Opinión

Vientos de guerra en el PLD ( 7)

Vientos de guerra en el PLD ( 7)

Quienes acostumbran a expresar que si Juan Bosch”reviviera”, se muriera nuevamente al ver el cambio dramático que ha sufrido la organización que fundara el 15 de diciembre del 1973, indican con esa aseveración, que están muy lejos de haber conocido el pensamiento político y la genialidad del prócer y maestro de América. Bosch, como gran conocedor de los fenómenos políticos concretos, sabía que la organización que fundaba, estaba compuesta por un semillero de pequeños burgueses que aspiraban ascender socialmente en todos los órdenes. De ahí, que es muy conocida aquella frase suya, de que no fundaba un partido ni de ángeles, ni de diablos, sino de dominicanos.

Bosch fue de los primeros en profundizar en los trabajos del sociólogo y político alemán Max Weber, quien en sus ensayos de ”La política como profesión” y ”El político y el científico” estableció normas de principios en los aspectos éticos, sacando a relucir dos conceptos: la ética de la responsabilidad y el deber en la política.

El autor del ” El oro y la paz” sabía mejor que nadie, que el Partido de la Liberación Dominicana nacía con todos los vicios inherentes a la sociedad dominicana y por eso, concibe la idea de fundar una organización moderna, disciplinada, con métodos definidos de trabajo, unificación de criterios, un periódico, una revista y todo lo indispensable para contrarrestar los vicios de la pequeña burguesía en todos sus estratos.

A pesar de todo, el PLD sufrió la renuncia en el 1978 de Antonio Abreu, su secretario general, la crisis de los Fiallo en 1983 y la renuncia forzada del doctor Rafael Alburquerque en el 1984.

Desapasionadamente hay que admitir, que Bosch cae en la categoría de genio político, como lo fueron Ho chi Minh, Fidel Castro, Lenìn y Josip Broz ”Tito” en sus sociedades y lo afirmamos por el hecho, de que pudo medir las consecuencias en el tiempo de todas las aberraciones e inconductas de sus dos creaciones: PRD y PLD. Las dos organizaciones han tenido la oportunidad de modernizar la nación desde el Estado, pero han preferido el caos, para facilitar la corrupción.

No hemos sucumbido, porque a pesar de los vientos de guerra, existe una conciencia colectiva que agradece el legado moral de Bosch y una gran parte de la sociedad todavía no ha perdido la esperanza, en que algún líder desde el gobierno, aplicará algún día los preceptos boschistas, encaminados a construir una sociedad más justa y menos egoísta.

El Nacional

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