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VISIÓN GLOBAL

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Irreverencia política

La irreverencia en la actividad política puede, en un momento dado, constituirse en un fuerte activo para quien la practica.

No siempre se puede estar de acuerdo con lo que se baje como línea de acción en las organizaciones políticas, sobre todo en un medio como el dominicano, donde existe mucha proclividad al autoritarismo.

Guido Gómez  está poniendo en práctica alguna forma de irreverencia en su carrera por alcanzar la secretaría general del Partido Revolucionario Dominicano, y ciertamente que está cargando pesado.

En el PRD se está desarrollando una fuerte lucha por la construcción de un partido “moderno”, por enterrar las viejas prácticas de caudillismo que ejercieron, primero el profesor Juan Bosch, y luego el doctor José Francisco Peña Gómez.

Se dirá que como fueron  “dañinas que impidieron que el PRD se convirtiera en una fuerza política moderna, lo aconsejable es que sean sepultadas para que el partido recorra otros caminos.

O más bien que recorra el mismo camino, pero corporizado bajo la égida de alguien que sea “buen gerente”, que no vea “más allá de la curva”, como Peña Gómez, sino que lleve a cabo-como las corporaciones-estudios de factibilidad donde se mida con variables econométricas la relación costo-beneficio de cada acción.

Y eso tiene un punto de partida: no discutirle al gerente. Guido Gómez  no parece dispuesto a firmar el informe sin leerlo.

Por esa razón su lucha por la secretaría general del PRD es tan ardua, pues muchos  piensan que contraviene las líneas del gerente o quizá se teme que pudiera convertirse en un auditor interno, para usar los términos corporativos.

¿Un irreverente como secretario general? Ni que estuviésemos  locos. Es más cómodo para la nueva situación alguien que siempre esté dispuesto a acogerse a un mando vertical que no debe tener cabida en un partido “para los nuevos tiempos”.

El Nacional

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