Opinión

Vivencias cotidianas de allí y aquí

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Nueva “Ley Antitabaco” y humor de España

Ha habido, y seguirá habiendo, respuestas típicas del humor español, cada vez que se producen acontecimientos político-sociales como es la nueva normativa “Antitabaco”, recientemente aprobada.

Según los informativos, ésta será la ley más restrictiva de toda Europa, a pesar de ser ese un país de “fumadores empedernidos”.

Tal y como estaba previsto, la administración ha sacado adelante uno de los proyectos más polémicos, rechazando las enmiendas del Senado. El reparto parlamentario está provocando que, en más de una ocasión, el Senado devuelva alguna ley al Congreso. Alguna de las absurdas normas de la democracia española recuerdan la inutilidad del Senado, pues sus moderaciones son fácilmente eludibles en el Congreso.

Esta nueva ley es otra prueba de ello. El Grupo Popular introdujo algunas reformas que quizás debían de haberse tenido en cuenta. Como ejemplo está la posibilidad de que los hosteleros, que cumplieron la norma del 2005, realizando obras en sus locales y habilitando zonas para fumadores y no fumadores, vieran recompensada su actualmente inservible inversión. O la posibilidad de que determinados locales, como son los casinos y salas de juegos, habilitasen hasta un treinta por ciento que diese sitio a los fumadores.

He aquí los comentarios que leí en un blog español, hace unos días, haciendo referencia a esta situación:  “El humo ha desaparecido de los bares, lo que significa que éstos ya no huelen a tabaco. Pero, ¿ha sido sustituido este hedor por otros menos perjudiciales aunque más ofensivos para el olfato? Esta es la pregunta que me hice cuando oí quejarse a algunas de mis amistades. Ellos afirman que, el fin del tabaquismo, ha dado paso a intensos olores a humedad, a váter, a cocina, a desinfectante o a “humanidad”. Añaden que, todo lo que antes ocultaba el olor de los cigarrillos, está emergiendo y mermando el placer gustativo proporcionado por el vino, la cerveza o el gin-tonic.

Para contrastar esta información, agucé el olfato visitando algunos establecimientos diurnos.  Dada mi avanzada edad ya no frecuento los nocturnos. No noté más que la liberación del “humazo ajeno” que la nueva ley ha traído consigo.

Un buen periodista, empero, no debe basarse sólo en sus impresiones personales. Más profesional, a mi modo de ver, es hacer un sondeo, aunque sea entre amigos y conocidos, para acercarse a la realidad. Los resultados del mismo fueron diversos. Un grupo de amigas asiduas a distintos bares de Barcelona, respondieron – Hemos cambiado el olor a tabaco por el del sudor.

Al no obtener conclusiones definitivas, no tuve otra solución que recurrir a la táctica del periodista en apuros: Internet.  También he descubierto que otros medios han tratado el tema citando a quienes luchan contra el fenómeno con ambientadores, mientras otros optan por colgar en sus establecimientos curiosos carteles.  En mi humilde opinión, el no llegar a casa oliendo a cenicero viviente compensa. Habría que pedir a los hosteleros que se esmeren en la limpieza y que reclamen a su clientela unos mínimos de higiene ya que se sabe que el jabón que no produce cáncer.”

 ¡Curiosa España mía!

Aída Trujillo Ricart              http://aidatrujillo.wordpress.com/

El Nacional

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