Opinión

Vivencias cotidianas de allí y aqui

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San Pancracio mártir, el santo de la suerte y de la prosperidad

 

Nacido en el año 286 (d. C.) en Frigia (Turquía), quedó huérfano siendo todavía un niño. Entonces, junto a un tío suyo se estableció en Roma, ciudad en la que quedó fascinado por el dogma del cristianismo. Fue cuando, pese a su juventud y atraído por las enseñanzas de Jesús, tomó la decisión de ser bautizado.

Por aquella época el emperador Diocleciano había decretado que todos los cristianos debían ser perseguidos. Incluso cualquier ciudadano que no los delatase corría el riesgo de ser, a su vez, asesinado. Muchos creyentes murieron sirviendo, como sabemos, en no pocas ocasiones, hasta de espectáculo en el célebre “Coliseo” romano que todavía enseñorea una parte importante de la ciudad. Otros lograron salvarse escondiéndose en las famosas “catacumbas”, lugar que hoy en día aún puede ser visitado, a pesar de su antigüedad.

Pero Pancracio no tuvo suerte siendo descubierto y condenado a muerte. Fue decapitado el 12 de mayo del 305, cuando contaba con solo 14 años de edad.

Hoy en día es venerado como el santo de la prosperidad sobre todo en lo referente al trabajo y la salud. Aunque no se sabe a ciencia cierta el motivo, con el tiempo San Pancracio ha ido ganando fama de traer suerte y dinero. Son numerosas las personas que afirman haber comenzado a ser afortunados después que les regalaron una estatuilla suya. La buena fama de la que goza le ha convertido casi en un talismán. Su devoción se ha extendido hasta más allá de lo religioso y no es raro encontrarnos con gente que no es creyente con una estatuilla suya en su casa y/o negocio.

La leyenda dice que, para que traiga suerte, ha de ser regalada y que hay que poner unas ramitas de perejil sobre su imagen, que ésta debe mirar hacia un lado u otro, pero nunca hacia la salida para que la suerte no se vaya.

El Nacional

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