Opinión

Vivencias cotidianas de allí y aqui

Vivencias cotidianas de allí y aqui

La masonería o francmasonería  II

 
Parece ser que el Templo del Rey Salomón fue la obra arquitectónica más importante de la época. Los secretos tales como utensilios, herramientas, vocablos, propios de la construcción, son hoy parte de la Masonería Moderna, la cual ha cambiado, con el transcurso del tiempo, como es lógico.

Existe una leyenda negra sobre algo acaecido por entonces.

Según una versión de esta leyenda, Hiram Abif fue un hábil artesano enviado desde la región de Tiro para trabajar en la construcción del espléndido templo. Se convirtió en el único conocedor de los secretos de los maestros masones, entre los cuales se hallaba la palabra secreta masónica: el nombre oculto de Dios.

Se dice que, llegado el mediodía, el arquitecto tenía la costumbre de ir al Sancta Sanctorum para orar a Yahvé y planificar las obras del día siguiente. Mas, uno de esos días, al concluir sus oraciones, se topó con el brusco final de sus días. Cuando iba saliendo por la puerta sur, Jubela, uno de sus aprendices, le cerró el paso armado con una regla vertical.

Le conminó a que le revelara sus secretos. Pero Abif contestó que sólo tres personas en el mundo los conocían y sin su consentimiento no podía divulgarlos. Jubela enarboló la regla y asestó un golpe en la sien derecha a su maestro. Allí estaba Jubelo, otro de sus aprendices, quien le propinó un golpe en la sien izquierda.

Perdiendo grandes cantidades de sangre, Abif llegó a duras penas a la puerta oriental donde fue rematado por Jubelum, que usó una gran maza de piedra para aplastarle la frente.

Los asesinos tuvieron que ocultar el cadáver de Abif para evitar la ira del rey Salomón y escapar del país.
Al llegar la medianoche lo trasladaron a la cima de una colina para enterrarlo. Pero no tuvieron éxito ya que no consiguieron que ningún barco los sacara del país y tuvieron que refugiarse en los montes.

La ausencia de Abif llegó a oídos del rey Salomón que mandó a buscarle. La verdad afloró enseguida gracias al testimonio de doce trabajadores del templo que confesaron que ellos y otros tres más, Jubela, Jubelo y Jubelum, habían conspirado para arrancar los secretos masónicos a su maestro. Agradecido por su honestidad, el rey los envió a buscar el cuerpo de Hiram y, tras varias semanas los obreros dieron con sus restos. Pero no pudieron levantar el cadáver.

Entonces el propio Salomón fue al lugar donde yacía Abif para alzarlo con el “apretón de manos de un Maestro Masón” del Tercer Grado. Y no sólo pudo levantar el cuerpo, sino que sorprendentemente la vida regresó a él.
La primera palabra que Abif pronunció fue recogida por los masones y desde entonces ha sido trasmitida de generación en generación.
La tradición ocultista afirma que saber el nombre de Dios equivale a poseer su poderío. De ahí que se sospechara que Abif manejaba el de Yahvé y que por ello poseyera muchos otros secretos.

Acerca de los tres primeros grados de la masonería, los investigadores británicos Christopher Knight y Robert Lomas dicen en su libro “La clave masónica”: El personaje central de la masonería libre es el constructor del templo de Salomón, Hiram Abif, que fue asesinado por tres de sus propios hombres. Su estilizada muerte y resurrección es el hecho que le convirtió en “Maestro Masón”. (continuará)

El Nacional

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