Opinión

Vivencias cotidianas de allí y aquí

Vivencias cotidianas de allí y aquí

Según noticias y reportajes que, cada vez con más frecuencia, nos llegan, la agricultura vertical se está convirtiendo, poco a poco, en una necesidad futurista. Sobre todo en ciudades en donde predominan las construcciones elevadas.

El sistema de este tipo de cultivo, desde un punto de vista estructural, estaría encuadrado en los edificios, apilándose unos encima de otros. En consecuencia, su crecimiento se proyectaría hacia arriba, armonizando con su idiosincrasia vertical.

La O.N.U. pronostica que, para mediados de este siglo, el planeta podría llegar a tener unos 9.000 millones de habitantes. Esto equivale a que será necesario el incrementar extraordinariamente la producción alimenticia. Mediante el cultivo vertical, un acre podría llegar a equivaler a cuatro, seis, o quizás más, en el campo, dependiendo del tipo de producto. Además, este tipo de laboreo tendría la ventaja de que, los alimentos procederían del mismo lugar en donde se consumen, en su gran mayoría. Con ello se evitaría  el impacto ambiental causado por los transportes y sus emisiones de CO2, reduciendo  sus costes y ganando en calidad en la distribución.

Con esta  alternativa podría también evitarse el sondeo de tierras aptas para la labranza, proporcionando gran facilidad, en ese sentido, a aquellos países que no disponen de ellas. Consecuentemente, también podría ayudar a la supervivencia de ecosistemas que actualmente se destruyen, con el objeto de  utilizarlos para la siembra.

El cultivo hidropónico puede ser más productivo que el habitual, al ser más fácil su control en cuanto a temperatura, humedad o nutrientes y no se vería afectado por las variantes climáticas. Los alimentos se cultivarían orgánicamente, prescindiendo de herbicidas, pesticidas o fertilizantes.  Además, este sistema podría sustituir al abandono de cientos de propiedades urbanas, convirtiéndolas en centros de elaboración de nutrientes.

Dickson Despommier, profesor de la Universidad de Columbia, está considerado como el padre de la agricultura vertical. Tras la publicación de su libro “The Vertical Farm”, ha afirmado que este tipo de siembra hasta podría reducir la incidencia de los conflictos armados.

Según los expertos, el cultivo en altura requiere el 5% del agua que habitualmente necesitan los extensos, además de poder ésta reciclarse mediante la evapotranspiración.

Sus doctrinarios apuestan por que este sistema crearía innovadoras oportunidades de empleo y áreas de desarrollo para la investigación de nuevas tecnologías. También abogan por el hecho de que reduciría, en gran medida, numerosas dolencias infecciosas ya que los productos estarían mejor inspeccionados y protegidos.

Sin embargo, sus censores arguyen que el consumo de energía de los niveles inferiores sería demasiado costoso como para ser económicamente viable. Antagónicamente, sus defensores afirman que las tecnologías necesarias ya están disponibles. Se utilizaría la hidroponía para los cultivos, la energía solar y eólica para la ambientación y otras técnicas, sobradamente conocidas y empleadas, en la agricultura de los invernaderos.

En el 2009 fueron introducidos los primeros sistemas comerciales de hidroponía que crece verticalmente. La primera granja que utilizó este sistema se inauguró en septiembre del mismo año, en el zoológico de Paignton, Inglaterra, con el fin de generar alimentos destinados al consumo de los animales del parque.

El Nacional

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