Opinión

Vivencias cotidianas de allí y aquí

Vivencias cotidianas de allí y aquí

El origen de las Fallas de Valencia se remonta a una antigua tradición de sus carpinteros. En vísperas de la fiesta de su patrón, San José, el 19 de marzo, éstos realizaban hogueras en las calles.  Las llamas devoraban los trastos inservibles y unos artilugios, llamados “parot”, que servían para elevar los candiles, cuando oscurecía. Más tarde se empezó a vestir al “parot”, colgándole un cartel insinuante, y de ahí nació el llamado “ninot”.

En el siglo XVIII, las fallas eran simples fogatas que evolucionaron hasta convertirse en figuras elaboradas con gran sentido del humor, crítico e irónico. Alrededor del año1870 los festejos populares fueron hostigados duramente. Pero, en 1885, surgió un movimiento en su defensa y la revista “La Traca” empezó a premiar los mejores trabajos, provocando una pugna que dio lugar al nacimiento de la falla artística.

Tras el invierno, Valencia se dispone a recibir la primavera y a más de un millón de visitantes. Lo tradicional es recorrer sus calles y contemplar las fallas, mientras se disfruta de un chocolate con “bunyols de carabassa”.

El 15 de marzo empieza la “plantᔠy el 16, por la mañana, ya están, más de 700 monumentos, algunos de 25 metros de altura, en su lugar. La “cridá”, el detonante del comienzo de las celebraciones, es la invitación que realizan las falleras mayores.

Meses antes, los artistas que realizan las estatuas, presentan sus dibujos, resumiendo su esencia, aunque existen especialistas colaboradores. Si su boceto es aprobado, se materializa en arcilla o plastilina, iniciando el modelado de los “ninots”. Los ensayos de ensambladura se realizan desde febrero, puesto que las figuras, por sus grandes dimensiones, no pueden salir enteras de los talleres.

La fina indumentaria, propiciada por los festejos, hace de Valencia la única ciudad de España donde se mantiene la artesanía sedera en telares manuales, radicada durante la ocupación árabe. Existen, también, numerosas empresas dedicadas al arte de la pirotecnia y a la recuperación de danzas y  trajes tradicionales.

Aunque la jerarquía católica intentó dar a la fiesta de San José un carácter  religioso, sólo permanecen los actos del Gremio de Maestros Carpinteros, destacando la misa de la capilla de las Escuelas Pías.

La concentración frente al Palacio de Justicia es uno de los puntos clave para disfrutar de la visita a la ciudad, además del Desfile de la Ofrenda en la aristocrática calle de la Paz. Las falleras portan ramos de claveles, rosas y gladiolos y los falleros sostienen, sobre sus hombros, los canastillos que elaboran o adquieren en las floristerías populares.

La “cremᔠda por terminada las celebraciones y simboliza sacrificio y exaltación, pues, en ella, se destruye el trabajo de meses. Es un rito que obliga a la superación, aunque produzca, en general, un lacrimoso estado de desencanto.

El Nacional

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