Opinión

Vivir de Norberto James

Vivir de Norberto James

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Posiblemente uno de los errores cometidos por James en su movimiento hacia lo conceptual descansó en la organización del opúsculo, ya que pudo, desde una plataforma analógica, desmontar las imbricaciones del vivir y lo vivido (o lo vivencial), abrevando en Husserl y su Ideología descriptiva de las vivencias puras (1913); aunque, claro está, no es preciso ir tan lejos.

Basta sólo con marcar la relación existencial entre el periplo de James y su necesidad vital de plasmar en imágenes sus percepciones afectivas, como el fluir de su conciencia hacia un enfrentamiento, no contradictorio, con su pasado (aunque, posiblemente, este pasado es uno de los motores vitales de su poética, de su evolución y de su disciplina).
El origen de Norberto James Rawlings es conocido por los estudiosos de la literatura dominicana: el cocolismo de San Pedro de Macorís, una zona de extraordinaria riqueza sólo comparable al sertanejismo brasileño, que se halla esplendente en Joao Guimarães Rosa. La migración cocola hacia San Pedro de Macorís se produjo entre finales del Siglo XIX y comienzos del XX, y sus individuos procedían de las islas caribeñas St. Kitts and Navis, St. Thomas, Anguila, Tortola, etc.

Esta procedencia lo imbrica a una zona que no sólo ha producido una buena parte de los mejores poetas dominicanos —Gastón Fernández Deligne (1861-1913), Virgilio Díaz Ordoñez (1895-1968), Federico Bermúdez y Ortega (1895-1968), Francisco Domínguez Charro (1910-1943), Pedro Mir (1913-2000), Pedro Andrés Pérez Cabral (1913-1981), Freddy Gatón Arce (1920-1994), Víctor Manuel Villegas (1924), René de Risco Bermúdez (1937-1972), etc.—, sino también de los mejores atletas, en donde la regionalización y las presiones emergidas a través de la adaptación de un desplazamiento, que aunque no violento, sí ha resultado —en principio— traumatizante por el choque idiomático y cultural, logrando adaptar sus experiencias en procura de la convivencia y trasbordando las singularidades de una educación afrobritánica a una región que comenzó a poblarse con individuos originarios de Haití, Italia, Siria, Líbano, Alemania y Palestina.

No hay duda de que, debido a esto, en el poema “Los inmigrantes” acontece una categorización en el texto que se asienta en la sociología literaria —en tanto apéndice de la cultural— como un símbolo del flujo migratorio nacional conformante de una totalidad. Por esto, las prevalencias de esa migración antillana se aprecian intactas en grandes zonas del opúsculo y lo involucran en la continuidad de un flujo vivencial que deviene en flujo ontológico.

Así, “Vivir” alcanza grandes puntos en el quantum analógico amontonado por James para su Opera summa y fenomenologizando orgánicamente los condicionantes de su evocación, pero perdiendo respecto al concepto que, sobre lo total, pretendía implementar.

Inclusive, en Pequeña elegía a Joe Bass, James generaliza lo que podría interpretarse como un ronco placer irónico, cantando a la muerte violenta producida por los testaferros blancos del sistema y constituyéndose en una aprehensión del movimiento de su conciencia hacia el discrimen de ese Sertão, de ese Macorís del Mar, de ese cañaveral de su infancia.

El Nacional

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