La del 25 de septiembre de 1963 ha quedado marcada como la noche más pesarosa para la democracia dominicana. El golpe de Estado no se limitó a destituir al presidente y vicepresidente de la República, sino que también fue disuelto el Congreso Nacional y quedó anulada la revolucionaria Constitución proclamada el 26 de abril de ese año.
El presidente Juan Bosch fue extrañado del país y los senadores y diputados sometidos a una persecución dirigida a infundir temores que los hicieran replegarse y dejar las cosas como las querían los golpistas. Como respuesta a la afrentosa asonada, algunos legisladores se reunieron para dilucidar la situación.
Fueron deportados los principales líderes del PRD, así como los miembros del gabinete. La represión se generalizó en todo el país. Consumada la treta, a pesar de las hostilidades, el Congreso Nacional, por encima de las pretensiones de su disolución, se reunió en la clandestinidad, en la primera quincena de octubre
De ello resultó la designación del presidente del Senado, Juan Casasnovas Garrido, como presidente de la República en interés de restaurar el orden institucional. El senador por San Pedro de Macorís se juramentó el 10 de octubre. Este gobierno careció de apoyo logístico, pues el de los golpistas manejaba las fuerzas armadas y las cuentas del Estado.
Casasnovas no resistió las presiones del régimen de facto y se vio precisado a abandonar el país. Días después -22 noviembre – asesinaron en los Estados Unidos de América al presidente John F. Kennedy, quien había ofrecido su apoyo al contra golpe encabezado por Casasnovas Garrido, con la anuencia del exiliado presidente Bosch.
El contragolpe fue develado el 30 de octubre de 1963 y apresados centenares de oficiales de la Base Aérea de Santiago, entre ellos el líder del movimiento, el coronel Santiago Rodríguez Echavarría, así como Casasnovas Garrido, el Presidente provisional, quien fue deportado a Puerto Rico
Los golpistas se sintieron fortalecidos y aplicaron los planes para los que se aventuraron a usurpar el poder. Represión y persecución estuvieron a la orden. En diciembre de 1963, fue vencido el movimiento guerrillero encabezado por el doctor Manuel Aurelio Tavares Justo, quien murió al igual que otros jóvenes del Movimiento Revolucionario 14 de Junio, en quienes prendió la llama augusta de la libertad en reclamo de un retorno a la constitucionalidad.
Ellos no eran del PRD, pero esperaban de ese gobierno una revolución de liberación nacional, democrática, anti imperialista y anti feudal. Sin duda, que al perpetrar su tropelía contra el primer gobierno democrático después de 31 años de la satrapía de los Trujillo, la ultraderecha marcó esa noche como la más fatídica de nuestra historia.