Opinión

Voz que faltaba

Voz que faltaba

Pedro P. Yermenos Forastieri

El fenómeno de la descomposición social y la pérdida progresiva de valores que a tantos atormenta con sobrada razón, no es nuevo. En todas las épocas ha existido una preocupación similar y al segmento poblacional de más edad siempre le ha parecido que los jóvenes transitan un sendero peligroso y distinto al que ellos asumieron. Son los naturales choques generacionales.

Pese a eso, es innegable que en la actualidad las cosas han alcanzado niveles insospechados y la humanidad parece asistir a una ausencia absoluta de paradigmas, donde lo único que preocupa es encontrar, sin importar cuál y cómo sea, la vía que conduzca a la obtención del mayor placer posible. La abundancia material es el pasaje sin escala al prestigio. Tenga, y será un Don. Sea, y será un Anodino.

Lo preocupante de tal circunstancia es que existen millones de seres humanos que ni siquiera pueden insertarse en esa frenética carrera porque para ellos, el problema cotidiano es la sobrevivencia elemental, lo cual es una realidad que les agobia justo al lado de otros que disfrutan de una obscena opulencia y, por ende, de reconocimiento.

Era obvio que extremos tan aberrantes terminaran generando crisis y problemáticas sociales profundas y diversas. Esa es la característica esencial de lo que hoy ocurre, donde más que en cualquier etapa anterior, no se percibe con nitidez la receta necesaria porque todas se precipitan con el muro infranqueable del fracaso y líderes con autoridad moral para llamar a la rectificación, brillan por su ausencia. Es la más acabada expresión del “sálvese quien pueda”.

En ese escenario desolador, al árido terreno del mundo actual le ha caído, como lluvia añorada, la voz del Papa, provista de abonos oportunos, no solo para el momento difícil que vive la institución que preside, sino por la orfandad de aliento que padecen las personas, sin importar que se inscriban o no dentro de la feligresía que le rinde pleitesía.

Se ha tratado de un testimonio que, con mensajes y comportamientos diferenciados de conductas de muchos de sus colegas, se coloca a equidistancia de intereses variados, incluidos sectores tradicionales del catolicismo que con torpeza lo alejaron de históricas bases de sustentación. Eso le dota de aptitud para mediar entre protagonistas antagónicos, aminorar brechas ideológicas y encontrar soluciones a problemáticas que parecían insalvables. Para potencializar la magia de esta voz, falta que quienes se maravillan, pasen de la fascinación a la imitación.

El Nacional

La Voz de Todos