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“Las marchantas” dominicanas ceden ante  las haitianas

“Las marchantas” dominicanas ceden ante  las haitianas

SANTIAGO.-   Mujeres dominicanas de distintas provincias del país  se han dedicado durante años a ejercer el oficio de marchantas,  el cual con el paso de los días ha sido cedido a mujeres haitianas que hacen esa labor en el país igual que las de aquí.

Se trata de las féminas que con sus canastas en las cabezas salían desde tempranas horas de la mañana a recorrer las calles de cualquier pueblo o incluso de las ciudades para ofertar a sus productos que en la mayoría de los casos se caracterizaban por ser frutas y vegetales.

Y lo que diferenciaba a estas vendedoras ambulantes era la forma tan peculiar de ofertar sus productos, los que  pregonaban con una especie de alegato: “Llevo guandules, llevo ají, llevo molondrones, llevo yuca, llevo bataaaaaata”. Quizás te remonte unos cuantos años atrás.

Con sus grandes canastas en la cabeza, estas mujeres despertaban la ciudad alertando a las amas de casa sobre su oferta y recordándonos la hora de ir a escuelas y oficinas.

Y es que hasta mediados del siglo XX en la generalidad de los hogares la compra de alimentos se hacía diariamente salvo algunas familias muy acomodadas que podían conservarlos en amplios congeladores por varios días.

Los supermercados  no existían e independientemente de estas vendedoras folklóricas, los colmados eran la alternativa para la compra cotidiana de alimentos.

Sin embargo, en la actualidad encontrarse con marchantas de nacionalidad dominicana ofertando los tradicionales productos en las canastas, más que una tradición, hoy es un milagro. ahora a estas vendedoras no son madrugadoras, empiezan a vender sus productos a partir de las 11:00 de la mañana, cuando las amas de casa han comprado sus respectivos alimentos y sólo necesitan algunos complementos como el aguacate y las verduras.

Pero lo más curioso del caso no es esto, es que estos  han optado por transformar el oficio y han decidido abastecer sus canastas con otros productos, como lociones  para el cuerpo, pastas dentales y otros cosméticos,  que por cierto no son alimenticios, y que se desvía completamente de la idea principal.

Y esto no es todo, también las hay que no rinden honor al nombre de marchantas y que sólo se identifican con el oficio por cargar las canastas con los alimentos, puesto que éstas no transitan las calles de la ciudad, sino que desde un punto específico  venden su mercancía a quienes así lo deseen, y lo más interesante del caso es que se consideran marchantas aunque en verdad “nunca marchan”.

En el hospedaje Yaque, Tomasina Ramos es una de las cuatro mujeres que ha encontrado en este lugar un punto estratégico para mostrar y vender sus guandules y tamarindos a quienes frecuentan el lugar.

A distancia, la apariencia de estas cuatro mujeres te recuerda a aquellas tradicionales marchantas  que transitaban por las vías de la ciudad, sin embargo, el oficio pasó del movimiento a lo estático.

Tomasina, tiene más de veinte años con el título de marchanta, pero desde hace cinco años, “subió de rango” y ya no tiene que salir a buscar sus clientes, puesto que éstos, llegan sólos a ella.

Desde las 4:00 de la mañana hasta las 6:00 de la tarde, usted la  encuentra en el lugar, tratando de  vaciar su canasta de los dos únicos productos que ahora comercializa.

El Nacional

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