Cuando el teatro logra producir emociones del tipo que sea, ha cumplido su papel. El teatro es la vida y la vida cuenta un número infinito de historias. El teatro es circular, como la existencia misma y se permite el lujo de provocar la risa a partir de la finita y no tan previsible condición humana.
Pero lograr burlarse de las dimensiones humanas y hacerlo con gracia, proporcionando una experiencia artistica destacada, además de escabroso y difícil, se hace cada vez mas necesario como respuesta a una vida que está resultando en su cotidianidad demasiado cuesta arriba.
Mis tres Suegra conectan rápidamente por el público, superando con agilidad la muralla invisible que bloquea actores frente a su público. La conexión toma forma de risa producida con apego al deseo de proporcionar una lección mediante la risa.
Tal es el logro principal de la comedia Mis tres suegras, texto original del dramaturgo y actor argentino Hugo Daniel Marcos, residente en Israel y quien tiene más de 70 piezas de este corte, supuestamente light o suave, pero que implican el valor no calculado del beneficio de una risa que emana del público a raudales.
Evelina sorpende
Dirigido por Josema Rodríguez , el elenco está integrado por un equipo que hace buena química ante el proposito hilarante de la encomienda intrerpretativa: Evelina Rodríguez (que hace de Bárbara); Karla Hatton, Patricia Muñoz y Jacqueline Estrella.
La gran sorpresa, dada su falta de trayectoria y estudios académicos (con excepción de algunos talleres por ahí), es la que entrega Evelina Rodríguez, procedente del divismo televisivo, quien despliega una serie de recursos bien administrados: el manejo y la coloración de la voz, la expresión facial adecuada al rictus de la comedia comercial, la gesticulación corporal y el tono auténtico que se le siente en la hora y quince minutos que dura la presentación. No era esperable una interpretación tan limpia y natural, pero ella parece haber sido bien orientada y gerencia bien talentos naturales que ahora simplemente sorprende.
El elenco
José Manuel Rodríguez tiene amplia experiencia en el género y le signa un acento de gracia e intensidad a su personaje, el profesor Daniel que casa con una chica elegante 20 años menor.
Karla Hatton y Patricia Muñoz logran una conflictividad divertida y que es la que mejores momentos de risa aportan a esta experiencia escénica.
Jacqueline Estrella dibuja bien su personaje, le imprime una personalidad propia y pese a que restablilla algunos vocablos, se puede decir que su actuación como madre del chico cuya muerte permite a Daniel recibir un corazón en donación, muestra su esencia de actriz capaz de proporcionar una experiencia por encima del promedio y que camina lejos, muy lejos de las comedias televisas afortunadamente desaparecidas del meridiano.
100 obras
Con este montaje, José Manuel Rodríguez celebra sus las 100 obras en que ha participado, desde que se hizo profesional de la tablas.
Su talento fue descubierto por Germana Quintana y Lidia Ariza en 1989, cuando dirigieron a Rodríguez en la obra Apocalipsis.