Con la decisión de la Cámara de Diputados de abrir vía para un juicio político contra la presidenta Dilma Rousseff, Brasil se coloca a las puertas del caos al agravarse una crisis política que amenaza con erosionar su ordenamiento institucional.
No se tiene claro si el “impeachment” abierto por el Parlamento procura establecer severas consecuencias por la comisión de actos de corrupción, o si se trata de un velado golpe de Estado a la mandataria brasileña y de paso impedir el retorno al poder del expresidente Luiz Inácio Lula Da Silva.
Es claro que una posible destitución de Dilma Rousseff sumiría a Brasil en una situación de anarquía política, que también afectaría a democracias y economías de Suramérica.
El manto de incertidumbre no solo arropa al extenso territorio brasileño, sino a toda América Latina, que no ve con buenos ojos una acción política y jurídica tan intensa y atropellante, cuyo propósito parece el de tierra arrasada.
Solidaridad con Ecuador
Un terremoto de magnitud 7,8 grados en la escala de Richter causó al menos 263 muertos, decenas de desaparecidos y más de mil heridos en Ecuador, una tragedia que consterna a América y al mundo que hoy vuelcan solidaridad hacia esa nación.
El seísmo destruyó carreteras, puentes, edificios y centenares de hogares a lo largo de la costa ecuatoriana, lo que ha hecho difícil el acceso de los equipos de rescate hasta las zonas más afectadas.
Se trata del peor terremoto que ha sufrido el continente en última década, por lo que se teme que el número de fallecidos se incremente en la medida en que sean removidos los escombros.
El pueblo de Ecuador ha de contar con la inmediata expresión de ayuda y solidaridad internacional para poder aliviar los efectos de una tragedia que ha causado muertes, destrucción y desolación en ese país colocado a mitad del mundo.