Para dar más solemnidad al diálogo que solicitó, el líder pandillero Barbecue (Jimmy Cherisier) lo hizo con una chaqueta roja, gafas y bien acicalado; no con su habitual uniforme y su metralleta terciada al hombro o en las manos.
Pero la formalidad no surtió efecto en el primer ministro Garry Conille, quien esta vez fue más radical al dar un ultimátum a los pandilleros para que depongan las armas.
El jefe del gobierno haitiano ha colocado a Barbecue en una disyuntiva al reiterar que solo se contemplará el diálogo cuando los bandoleros hayan depuesto las armas y reconocido a las autoridades.
La advertencia coincidió con la llegada a Haití de nuevos vehículos blindados proporcionados por Estados Unidos para la Policía y los soldados kenianos en la tarea de establecer la seguridad y el orden en la nación.
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Conille acaba de llegar de una visita a Washington para tratar la crisis de su país, donde se entrevistó con el canciller Antony Blinken.
Tras el ultimátum está por ver la actitud de los pandilleros, quienes habían amenazado con tomar las armas contra las tropas internacionales de no alcanzarse un diálogo pacificador.
Con el despliegue de los soldados extranjeros ha surgido la duda de que sea real el control del 80 % de la urbe capitalina que se ha atribuido a los pandilleros.
Parece que de un tiempo a esta parte el panorama ha cambiado. Al menos Barbecue ha sido asediado por fuerzas policiales en su bastión de Delmas, Puerto Príncipe.