Opinión Articulistas

Abinader, ¿quiénes se quedan?

Abinader, ¿quiénes se quedan?

Oscar López Reyes

(y II)

En su nuevo período, el presidente Luis Abinader no gobernará apenas con novatos, lo que denota que reubicará a los que han tenido un desempeño transparente y eficiente en la rienda pública. Además del buen trabajo, suponemos que reconocerá la lealtad y a los que tonifican con su capital político. Sólo quien se ha acomodado la banda presidencial conoce el perfil adecuado para el nuevo funcionariado que encarrilará la senda de profundizar la democratización e institucionalización de la Nación.

Ahora, ningún funcionario o aliado triunfante debe hacerse ilusiones, ni estar seguro de que ocupará una función en el gobierno, porque su buen rédito político ha de obedecer -si se precia de un ciudadano ejemplar- a su interés por la transformación del país y no exclusivamente a la búsqueda de un espacio administrativo estatal. En esa cordura, los incumbentes deben estar preparados para ser reemplazados y los aliados para aportar desde la reserva.

Rememoremos el aforismo de Jesús en relación con la parábola de los invitados judíos al banquete de bodas: «Muchos son llamados, pero pocos son escogidos». Contemos experiencias dominicanas del siglo XXI: En la campaña electoral de 2004, un cercano de Leonel Fernández laboró intensamente en un equipo de trabajo y, tras la asunción a la Presidencia de la República, no le dieron ni los buenos días y, disgustado, se marchó a vivir a Nueva York. Regresó con el uniforme de danilista.

Otro periquete divertido. En el 2012, un viejo camarada de Danilo Medina le acompañó durante toda la jornada electoral y el 16 de agosto aguardó -empinando el codo con tragos de wiski en la sala de su casa- la emisión del decreto contentivo de su designación. Todavía a los cuatro meses, el elegante traje blanco para su juramentación estaba enganchado en el aposento, porque el edicto no salió, y miraba torcido en su estado depresivo. Cuatro años después, otro correligionario de este mismo candidato presidencial gastó una millonada -pagando incluso para que le instalaran una caseta cercana a la de Danilo Medina- y el cargo al que aspiraba aún lo está esperando.

No se trata de jugar a la ruleta rusa. Entre el 19 de mayo y el 16 de agosto, el presidente Abinader Corona se zambulle en la delicada tarea de seleccionar a quienes le acompañarán en su nuevo período constitucional, en la porcelana de postulantes en demasía y la limitada disponibilidad de cargos.

A Dios que lo ilumine en esa complicada tarea, que pondere la novena que acabamos de señalar y que los que no sean escogidos que conscientemente se contagien con el síndrome de Sjogren, para bloquear las lágrimas y la saliva, y esperar tranquilos otra oportunidad, más adelante.