Opinión Articulistas

Abinader y el poder

Abinader y el poder

Luis Pérez Casanova

Expresiones que en el pasado llegaron a adquirir la categoría de leyes, como las de que el poder no se desafía o el poder es para usarlo, se han diluido en beneficio del sistema democrático bajo la gestión del presidente Luis Abinader. Porque si algo sintetizan afirmaciones que  no se han podido reeditar, pese a los intentos, es el carácter autoritario, casi patrimonial, de los gobernantes que tienen el control, y a veces hasta sin tenerlo, de los resortes del Estado. En  República Dominicana, con un liderazgo que ha rayado en el caudillismo, no es tan simple asimilar posturas como la de Abinader frente, por ejemplo, a la reforma del Código Penal.

El mandatario hizo gala de su profunda convicción democrática al no tratar de imponer a los congresistas de su partido, que son mayoría en las dos cámaras legislativas, su consideración sobre las tres causales para la interrupción del aborto. Y más comprensible todavía es su actitud cuando el PRM no fijó posición al respecto, ni bajó línea, sino que dejó a senadores y diputados en libertad de canibalizar, que fue lo que hicieron, un proyecto que llevaba más de 20 años dando tumbos en los predios congresuales. El mandatario no se lavó las manos, como sí pudo hacerlo la organización a sabiendas del resultado.

La misma discusión que surgió alrededor del proyecto, en la que tuvieron un rol destacado la esposa y dos de las tres hijas del Presidente, refleja una ruptura con el tradicionalismo en el ejercicio del poder. La familia del mandatario se adhirió a un comunicado con duras críticas a los legisladores por la exclusión de las excepciones para la interrupción del embarazo y otras lesivas decisiones contempladas en el código. Quienes han vivido en el país conocen el peso que han tenido los parientes de los gobernantes en múltiples discrepancias.

Tal vez no venga al caso señalar, aunque tampoco esté de más, que no presionar a los legisladores para que acoja su punto de vista ha sido parte de una conducta que ha tenido en la transparencia y el apego a las normas valiosos exponentes. Incluso a contrapelo de una sociedad sin mucha conciencia e individualizada, en la que la mayoría de sus miembros dice favorecer la corrupción y el clientelismo siempre que sea en beneficio propio o de sus comunidades.

Si no se entiende ahora que bajo el sistema democrático el poder no es un  instrumento para usarlo apoyado en la máxima de Maquiavelo de que no importan los medios, algún día se valorará el nuevo rumbo  impreso por Abinader al quehacer político en el país. No será el gran cambio, porque en un país con déficit democrático todavía preocupante, es más lo que se necesita. Pero se trata de un importante paso de avance.