Preocupa desde hace algunos años el ambiente de odio, a partir de discursos, prácticas violentas, amenazas temerosas y hechos consumados, mientras el Estado dominicano no decide cómo enfrentar una situación tan peligrosa como es habituarse al prejuicio en la sociedad.
Como pueblo democrático, nuestra Constitución -muy apelada en estos días- establece la igualdad de las personas y su libertad para creer y defender sus ideas desde la libre expresión, pero grupos y personas con convencionalismos y tabúes prejuiciados, determinaron su propia supremacía a cualquier costo. Y se les está permitiendo.
El Dr. Negro Veras, víctima de un delito de odio, denunció la semana pasada a su acosador que lo amenazó de muerte -a él y a su familia- señalándolo como “maldito prohaitiano”, por un supremacista de la raza blanca, de 27 años, que ya lleva amenazadas a 4 personalidades reconocidas con el mismo modus operandi y que su familia y una jueza señalan como ‘desequilibrado”, aunque, candidato a regidor en las elecciones pasadas por el partido Patria Para Todos y Todas (PTT), dirigido por el Dr. Fulgencio Espinal, ni su familia, ni su partido, advirtieron de sus trastornos mentales entonces. (Menos mal que no ganó el regidor).
Esto reaviva la cotidianidad de denuncias públicas sobre el ejercicio prejuiciado del irrespeto anticonstitucional y antihumano a las personas, como una práctica malsana, destructora del orden social y la democracia, a la que aspiramos.
El “juicio previo”, lo que quiere decir prejuicio, es una opinión hacia algo que se conoce poco o mal y de manera distorsionada, elaborado a partir de creencias y opiniones superficiales sin elementos fundados, produciendo estereotipos que se establecen como discriminación a las personas, crueldad aplicada, dependiendo de la mente distorsionada -no enferma- de quien las genera, siendo siempre peligroso.
Aquí, hace ya más de 15 años hay grupos ultranacionalistas organizados alrededor de la supremacía racial blanca y la discriminación sexista y abierta contra las diferencias humanas, autodefinidos nacionalistas, conservadores, militaristas, seguidores de Dios y provida, dispuestos a traer “orden a la patria porque sus miembros son “guardianes de Dios” y por “los antiguos valores” que ellos atribuyen de la nación.
Cuidado, porque es bien dicho que, los delitos de odio tienen un efecto más amplio que otros tipos de delitos y sus víctimas no solo son el objeto inmediato de crímenes a quienes se dirigen, además, afectan a familias, comunidades y a país entero. En democracia y en el cambio, hay que incluir la preservación de todas las dignidades ciudadanas.