A la falta de rampas que faciliten cruzar las calles a personas con algún tipo de discapacidad motora y a los envejecientes, se suma la ocupación por comerciantes informales de las áreas destinadas a peatones. Ahora se agrega el deterioro de aceras y contenes en la capital, como es el caso de las calles Mella y Palo Hincado, que obliga a los peatones a caminar entre los automóviles.