Con la muerte del pintor Guillo Pérez, acaecida el domingo a los 89 años, las artes plásticas dominicanas pierden a una de sus figuras más esclarecidas y la nación a un hijo amado, quien con vivos colores y puntuales tradiciones plasmó en el lienzo el retrato vivo de la patria.
La pintura de este artista excepcional reflejó como espejo de agua las más puras y acendradas tradiciones de su pueblo, como la lidia de gallos, el fervor religioso y la caña de azúcar, elementos que por sí solo conjugan 500 años de historia y cultura.
Los intensos colores que con singular maestría trazó el maestro Guillo Pérez en su singular obra pictórica, representan los caudales de jovialidad, alegría, solidaridad y esperanza que brotan como manantiales del crisol humano que constituye el pueblo dominicano.
El arte de este excelso dominicano brincó cerca insular para pasearse por museos y colecciones privadas por todo el mundo en reconocimiento a la calidad y trascendencia de sus pinturas y dibujos, por lo que por siempre su obra estará reservada a la lista privilegiada de grandes artistas del continente.
El Nacional participa del pesar colectivo por el sentido fallecimiento del maestro Guillo Pérez, al tiempo que extiende sentimiento de solidaridad a toda su familia. Paz a sus restos.
No viene
La cortesía diplomática aconseja acoger las excusas presentadas al Gobierno por el vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, para suspender su visita a República Dominicana, por lo que es innecesario instalar un laboratorio de conjeturas.
El embajador estadounidense James Brewster , informó a la Cancillería que el viaje de Biden fue suspendido porque los acontecimientos que se registran en Crimea reclaman el inmediato retorno a Washington desde Chile, donde asiste a la toma de posesión de la presidenta Michelle Bachelet.
Al Gobierno dominicano no le queda de otra que aceptar las disculpas presentadas por el vicepresidente Biden y dejar abierta la posibilidad de que esa visita pueda materializarse en otra ocasión. Así es la vida, No hay mal que por bien no venga.

