Editorial

Admiración y respeto

Admiración y respeto

El Nuevo Diario arriba hoy a sus 34 años rodeado de la mayor admiración y respeto de sus lectores y de la sociedad en general, que reconocen sus valiosos aportes a la consolidación de la libertad de expresión y de la pluralidad informativa.

Con denodado esfuerzo y mucho sacrificio ese periódico se ha ganado un merecido sitial en el diarismo nacional, que cada día fortalece con el ejercicio de un periodismo de calidad, tanto en el ámbito de la narración de los hechos y sucesos, como en su vertical orientación editorial.

El Nacional participa del regocijo por el cumpleaños de El Nuevo Diario, al tiempo que extiende cordiales felicitaciones a su director, licenciado Persio Maldonado, a los miembros de su Consejo Editorial y a todo su personal.

¿Qué pasó?

Es de suponer que el cantante urbano Emmanuel Herrera Batista (El Alfa), acusado de agraviar la figura de los Padres de la Patria, fue sometido a un juicio abreviado durante el cual admitió su culpabilidad y que el juez autorizó el cambio de prisión correccional por la del “castigo” de limpiar durante 15 días la Plaza de la Bandera.

Hasta donde se tiene conocimiento, el Ministerio Público carece de autoridad para pactar por propia cuenta con el infractor el cambio o disminución de una sanción prevista en el Código Penal. Esa es una facultad del juez apoderado del caso.

El señor Herrera Batista se ha convertido en una celebridad después que nada menos que el procurador general, Francisco Domínguez Brito, lo presentó ante la sociedad como culpable de agraviar a los forjadores de la nacionalidad y lo “condenó” a recoger basura por dos semanas en el Monumento a la Bandera.

Limpiar o asear monumentos nacionales no debe interpretarse como un castigo; esa acción es, por el contrario, un gran honor para quien la ejecute, por lo que en vez de obligar a un infractor, debería invitarse a escolares a participar en operativos de higienizar plazas y otros inmuebles vinculados con próceres o gestas nacionales.

Se reconoce las buenas intenciones que tuvo el procurador general para promover tan extraña iniciativa, pero los resultados no se corresponden con tales propósitos, porque no se cumplió cabalmente con el Código Procesal Penal, porque asear un monumento público no es un castigo y porque lo que se ha montado en la Plaza de la Bandera es un “reality show” de mal gusto.

 

El Nacional

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