Nuestros reclamos para una intervención internacional en Haití, son más frecuentes e intensos que los provenientes de las autoridades de ese desdichado país. Abinader en su visita ante la Comunidad Europea, me recordó a Montesinos cuando en frente de la monarquía proclamaba: “Yo soy la voz de Dios que clama en el desierto de esta isla”. ¡Pero…nada! Quizás no creen en la sinceridad de los dominicanos o tienen otros problemas mas graves a resolver.
Veamos: “Republica Dominicana no puede cargar con la elevada migración de haitianos” ¿Pero por qué tienen que ser los otros países vecinos o alejados quienes lo resuelvan? ¿Acaso la migración no es un fenómeno mundial? Iguales o mayores migraciones ocurren actualmente entre: México y USA; Venezuela con muchos países; Nicaragua hacia Costa Rica; Bolivia y Perú hacia Argentina; y dominicanos hacia Puerto Rico.
“Los dominicanos no soportamos la carga económica”; pues… depende de cómo lo veamos. Los migrantes son la fuerza laboral que actualmente impulsa nuestra economía en sectores vitales como construcción y agricultura. Entre 2019 y 2022 la República Dominicana tuvo un superávit de US$3,543. Lo que vendemos a los haitianos es 150 veces mayor a lo que compramos.
“El 30% del presupuesto nacional en salud se dedica a atender los partos de las mujeres haitianas”. ¡Uaaooo… cuanta exageración! Si el presupuesto salud hospitalaria en 2022 fue 83 mil millones 14% se gastó en extranjeros, y de esto supongamos la mitad se gastó en 40 mil parturientas, nos da un promedio de 145 millones de pesos por parturienta.
Según encuesta ENI 2012 y 2017 los emigrantes son gente joven y los hombres demandan muy poca atención. En área urbana, la mayoría paga por sus servicios. El costo de un parto normal en hospitales públicos puede varias solo en decenas de miles de pesos.
Los dominicanos somos perjudicados, pero también beneficiarios de esta migración, que no es promovida por otras naciones. Es a nosotros a quienes nos compete controlarla, y esto no se va a lograr con muros y deportaciones sino con apoyar al desarrollo económico de Haití.
Además del problema de la estabilidad política, que es crucial alcanzarla, se deben adoptar en los dos países políticas fiscales, monetarias y comerciales que hagan menos desequilibrado el comercio bilateral. De lo contrario seguiremos clamando en el desierto de esta isla.