Hace varios años que la República Dominicana clamaba, como el Sermón de Adviento —aquel que sirvió, a raíz del siglo IV, como punto de partida e inspiración para orientar a la comunidad en ese proceso espiritual liderado por sacerdotes y predicadores—, con el único objetivo de preparar espiritualmente a los creyentes para la venida de Jesucristo, tanto en el recuerdo de su nacimiento en Belén como en la expectativa de su segunda venida al final de los tiempos. Algunos teólogos lo definieron como una llamada al despertar interior, una invitación a revisar nuestras acciones.
Digo esto a propósito de la certera iniciativa “Agentes al 100”, puesta en marcha por el ministro de Educación, Luis Miguel De Camps, la cual, además de innovadora, resulta muy interesante porque, en el fondo, se ajusta perfectamente a esa metáfora del Sermón de Adviento. El país, por décadas, ha venido pidiendo al unísono que alguien asumiera esta causa para lograr ese despertar que permita encarrilar a nuestros jóvenes por el camino correcto, donde los modales, las buenas costumbres y el civismo sean la regla y no la excepción.
Este plan, que forma parte de la Hoja de Ruta 2025–2028, impulsa una educación integral basada en valores, convivencia y ciudadanía activa, consolidando el nuevo modelo educativo dominicano. Involucra a estudiantes del nivel secundario, quienes asumen un rol activo como promotores de valores morales y ciudadanos dentro y fuera del aula, llevando a la práctica los aprendizajes derivados de la enseñanza en Moral, Cívica y Ética Ciudadana.
El voluntariado impulsa la formación de una nueva generación de jóvenes comprometidos con el civismo y el bien común, lo que les permitirá desarrollar proyectos propios y fomentar la participación en causas sociales. De esa manera, podrán convertirse en ejemplos de liderazgo positivo, fortaleciendo el sentido de pertenencia, la solidaridad y el trabajo en equipo en sus comunidades escolares y en la sociedad dominicana.
No cabe duda de que esa transformación debe ir acompañada de modelos reales que conviertan los buenos deseos en acciones, de modo que, al final del túnel, el pragmatismo se traduzca en grandes resultados, para poder cantar victoria y decir: el esfuerzo valió la pena, especialmente cuando las experiencias del pasado han sido tan amargas.
No obstante, vista en frío, la propuesta luce alentadora, bien pensada y, sobre todo, muy planificada, lo que promete ser la punta de lanza para alcanzar los resultados esperados. Lo ideal sería que todos los sectores de la vida nacional —incluyendo la ADP y el diverso abanico de colores partidarios que conforman el sistema político— apunten sus cañones en esa misma dirección, para que sus narrativas mediáticas coincidan con estos desafíos.
Cuando llegan las desgracias, todos expresan preocupación por la familia, y eso precisamente tiene “Agentes al 100”: la combinación perfecta. Coloca a la familia y al estudiante como centro de atención en el rescate de los valores cívicos y morales, porque la práctica ha demostrado que no basta con el aula para sembrar esa semilla que mañana dé los frutos esperados.
Participar, servir y liderar son las claves. Por eso, los estudiantes del nivel secundario fungen como protagonistas activos, con voz y voto, siendo los buques insignia del acercamiento social en el día a día escolar.
En definitiva, Agentes al 100 no es solo un programa educativo: es una visión de país, un movimiento de transformación que siembra raíces de civismo, respeto y amor por la patria.
Por: Elvis Lima
limafueraderecord@gmail.com

