Sin que el número de repatriados haya superado el centenar, el canciller de Haití ha usado las redes sociales para reiterar que ese país no recibirá en su territorio a personas con riesgo de apatridia, además de reclamar un nuevo protocolo de repatriación, que sustituya a uno vigente firmado hace 15 años.
Lo estipulado en ese acuerdo, firmado con Haití el 2 de diciembre de 1999, se cumple cabalmente con la ejecución de un proceso de deportaciones que evita la separación de familias nucleadas, que no se realicen de noche, domingo o días feriados después del mediodía.
El canciller Lener Renauld pretende que el Gobierno dominicano acepte la tutela haitiana en todo lo relacionado con las repatriaciones de extranjeros en condiciones de irregularidad migratoria, lo que obviamente resulta inaceptable.
Como burdo chantaje, Renauld advierte que Haití no aceptará el ingreso de personas que sus autoridades estimen en riesgo de apatridia, a pesar de que no ignora que la Constitución haitiana consigna la nacionalidad a todos los hijos de haitianos.
Renauld sabe también que más del 80 por ciento de sus compatriotas carecen de identidad personal, falta imputada a su gobierno que nunca se ha interesado por facilitar a la gente pobre de cédula de identidad o acta de nacimiento, por lo que sería muy difícil endilgarle a cualquiera de sus ciudadanos repatriados la condición de apátrida.
República Dominicana no tiene por qué suscribir con Haití ni con nadie ningún nuevo protocolo de repatriación, menos aún en las condiciones de tutelaje que plantea el canciller haitiano, como tampoco las autoridades nacionales deben ingerir la dosis de chantaje que se pretende suministrar con la amenaza de no recibir personas con riesgo de apatridia.
El Plan Nacional de Regularización Migratoria ha concluido sin que una apreciable cantidad de indocumentados pudieran registrarse porque Haití nunca les proveyó de documentos de identidad, por lo que ahora no puede alegar ignorancia respeto a la fase de repatriación de indocumentados.
Lo recomendable sería que la cancillería dominicana por la misma vía de las redes sociales combata las veladas amenazas y chantajes del canciller haitiano, con la rotunda afirmación de que República Dominicana aplicará su programa de control migratorio, agrade o no agrade al Gobierno de Haití.