Santo Domingo. Si tras consumir un alimento experimenta malestar estomacal, gases, diarrea o náuseas, es posible que no se trate de una alergia, sino de una intolerancia alimentaria, una condición que, aunque incómoda, no representa un riesgo grave para la salud. Por el contrario, una alergia alimentaria puede desencadenar una reacción del sistema inmunológico potencialmente mortal.
La dietista registrada Sharon Jaeger, de la Cleveland Clinic, explica que la diferencia fundamental entre ambas condiciones radica en el mecanismo que las origina.
“Una alergia es una respuesta del sistema inmunológico, mientras que los problemas digestivos aislados generalmente apuntan a una intolerancia alimentaria”, señala.
¿Qué es una alergia alimentaria?
Una alergia alimentaria se produce cuando el sistema inmunológico reacciona de forma exagerada a una proteína específica presente en un alimento. Esta reacción suele presentarse entre 30 minutos y dos horas después de la ingesta y puede incluir síntomas como urticaria, dificultad para respirar, hinchazón de labios o lengua e incluso un choque anafiláctico.
“Este tipo de reacción puede ser fatal si no se trata de inmediato con una inyección de epinefrina o adrenalina”, advierte Jaeger.
Las alergias alimentarias suelen aparecer en la infancia con alimentos como leche, huevos, maní, soya o frutos secos, pero también pueden desarrollarse en la adultez. Es posible, por ejemplo, que una persona que toda la vida comió camarones sin problemas, de pronto experimente una reacción alérgica.
¿Qué es una intolerancia alimentaria?
A diferencia de una alergia, la intolerancia alimentaria ocurre cuando el cuerpo no puede digerir correctamente ciertos componentes de los alimentos, como ocurre con la lactosa, un azúcar presente en los productos lácteos. En este caso, los síntomas incluyen gases, distensión abdominal, dolor y diarrea. Aunque molestos, estos efectos no ponen en peligro la vida.
“A medida que envejeces, tu cuerpo puede producir menos de la enzima que ayuda a digerir la lactosa en los productos lácteos”, explica Jaeger. Este fenómeno hace que muchas personas desarrollen intolerancia a la lactosa con el paso del tiempo.
¿Cómo saber si se trata de alergia o intolerancia?
Para diagnosticar una alergia alimentaria, los especialistas pueden realizar pruebas cutáneas o análisis de sangre que detectan niveles elevados de anticuerpos producidos por el sistema inmunitario.
En cambio, las intolerancias alimentarias no cuentan con pruebas tan directas. Una de las pocas pruebas específicas disponibles es la del hidrógeno en el aliento, utilizada para confirmar la intolerancia a la lactosa. En otros casos, se recomienda llevar un diario de alimentos donde se registren los síntomas tras ingerir ciertos productos, o implementar una dieta de eliminación, retirando y reintroduciendo gradualmente posibles alimentos problemáticos bajo supervisión médica.
¿Cuándo consultar a un especialista?
Si experimenta reacciones graves o síntomas persistentes al consumir ciertos alimentos, es fundamental consultar a un alergólogo o gastroenterólogo para recibir el diagnóstico y tratamiento adecuado. En el caso de las alergias, llevar siempre consigo epinefrina puede ser vital.