Cuando estas líneas salgan estaré, Dios mediante, en el cruce del valle de El Tetero por los caminos del pico Duarte, cuyos parques circundantes deben llamarse Miguel Francisco Canela Lázaro y Juan Bautista Pérez; y será 2025.
Esta columna acostumbra a expresar sus deseos para cada año y, ajustándome a los nuevos tiempos, me iré con solo tres.
Dos de ellos de la red, uno comentado por Aníbal de Castro, otro tomado del artículo del jueves pasado y el último de mi propia hechura.
“La práctica de valores como el amor, la compasión, la justicia y el perdón no dependen de una etiqueta religiosa.
Son valores profundamente humanos, nacidos de nuestra capacidad de reflexionar sobre lo que nos une y nos hace crecer como individuos y sociedad. No creo haya que pertenecer a religión específica alguna para vivir según estos principios.
Basta con detenerse un momento, mirar a los demás, sentir su humanidad y reconocerse en ellos. ¿Acaso no basta la simple convicción de que hacer el bien mejora no solo al otro sino también a uno mismo?”.
“Si quieres estar triste / nadie en el mundo podrá conseguir que seas feliz, / pero si decides ser feliz, / no habrá nadie que pueda impedirlo / La felicidad es una elección”. Paramahansa Yogananda.
Muy personal. Renuncié, hace tiempo, a ser querido o aceptado por mentir y hace más de 40 años que se, primero por enseñanza de mi tía Celeste y después por cerca de 40 libros y 16,402 mensajes de la Red: “José Díaz debe querer y proteger primero a José Díaz”.
Nadie nos salvará, solo nosotros mismos y hacia ahí enrumba, desde las más altas lomas del caribe, el que lo logrará en el 2025 y lo que le queda de vida, quien, además, seguirá escribiendo “algo más que salud”.