“Un caramelo y…
Me llegó un mensaje en la red del fundador de la fábrica de autos Honda quien comenzó, luego de ser rechazado su proyecto por la Toyota, en un taller propio la construcción de los motores que luego se llamarían como su apellido, pero ese taller fue destruido por una bomba, lo reconstruyó y siguió su trabajo, pero el taller volvió a ser destruido por un terremoto, de nuevo lo reparó y siguió con su proyecto iniciando con motores para bicicletas, y a partir de ahí devino el éxito, todos los cuartos del mundo, la fama y lo más importante, según la publicación, que su nombre sea conocido en todo el mundo. ¿Eso es lo trascendental que debe buscar el ser humano?.
Dudamos de la historia. Creemos válida la máxima de Luis Franco “Toda fortuna con nombre propio está hecha de incontables infortunios anónimos”. Habría que ver si el perseverante y exitoso Solchiro Honda no se valió de soborno para conseguir algún contrato o algunas “facilidades” para el local, las piezas y materiales de su taller; si no fue un explotador de sus empleados o lavo dinero; también qué tipo de persona era, qué tipo de esposo, hijo o padre fue y un sinnúmero de aspectos pequeños que por sí mismos solo pueden echar a rodar por el suelo su bonita historia de perseverancia y éxito. Somos atosigados por esas historias de triunfo de los famosos y ricos.
Eso incluye a artistas y programeros de nuestro patio, pero son contadas para empequeñecernos a los que no tenemos ese “éxito”, que somos personas comunes. Como la del señor Honda pueden buscar la de Henry Ford, la de Jeff Besos, Elon Musk, la de Mark Zuckerberg, Bad Bunny, Yailin, Tekashi y decenas más. ¿Qué poca cosa somos los que vivimos con lo indispensable? ¿Qué insignificantes somos agobiados por trabajos mal pagos, las medicinas que debemos comprar o la atención a los hijos y nuestros viejos? Nunca contarán nuestras historias en la Red. Lo intentaré en la próxima de “algo más que salud”.