Editorial

Algún día

Algún día

Los empresarios del transporte condicionan aplicar una rebaja en los precios de los pasajes a que el Gobierno les entregue unos cuatro mil millones de pesos recaudados en impuestos, aumente distribución de gasoil subsidiado y otorgue facilidades para renovar la flotilla vehicular. Casi nada.

El transporte de pasajeros, igual que el de carga son actividades oligopólicas, controladas por empresas cuyos virtuales propietarios disfrutan de todas las concesiones, beneficios y privilegios que derivan de ese quehacer, sin que a los choferes llegue ninguna conquista significativa.

Esos sindicatos o federaciones son en realidad corporaciones cuyos dueños disponen en su provecho o antojo de la explotación de rutas de transporte en casi toda la geografía nacional, bajo un férreo control que incluye el uso de bandas armadas para proteger su territorio.

Es verdad que la mayoría de los choferes operan en vehículos destartalados, pero la mayoría de dueños de esas empresas de transporte poseen decenas o centenares de autobuses, minibuses y carros que operan a su antojo en rutas urbanas e interurbanas que también son de su propiedad.

Ahora que los precios de los derivados del petróleo han experimentado sustanciales bajas y la población reclama que esa disminución se refleje en los pasajes, los dueños del país exigen del Gobierno que les vuelva a llenar la botija.

Resulta que quienes han obtenido grandes beneficios económicos y políticos, ahora consideran que el Gobierno pretende chantajearlos al pretender disponer mediante resolución una baja en los precios de los pasajes, como si fuera posible que la paloma disparara contra la escopeta.

Es tanto el poder acumulado por esos empresarios del transporte, que sus principales líderes han formado partidos políticos, cierran a su antojo túneles, elevados o bloquean las autopistas y puertos con centenares de camiones.

Los ruegos son para que algún día, antes de que esta generación desaparezca, un Gobierno se atreva a defender a la ciudadanía y a los propios choferes, para lo cual deberá acumular suficiente valor para enfrentar a esos empresarios dueños del país.

El Nacional

Es la voz de los que no tienen voz y representa los intereses de aquellos que aportan y trabajan por edificar una gran nación