Las vías más transitadas están repletas de agencias de vehículos nuevos y usados. Marquesinas se apretujan con dos y tres carros, y todo jovencito que echa un pedazo de barriga aspira a comprar una nave terrestre, por necesidad o para adquirir categoría social.
En el 2011, automóviles y motocicletas de nuestro país sumaban 2 millones 700 unidades, y en el 2022 subieron a 5 millones 463 mil 996. En el índice de motorización de América Latina, República Dominicana escala el segundo lugar, superada solo por Brasil.
El gas natural, los autos híbridos y eléctricos, y la triplicación de los agentes de la Digesett ayudan, pero no garantizan el descongestionamiento del tráfico. ¿Seguiremos siendo un almacén de desechos de las naciones poderosas? Definitivamente, tantos vehículos no caben en las calles.
No sólo representan pérdidas de tiempo y el consumo de hidrocarburos, sino que, con los embotellamientos están retorciendo las tripas, hinchando los tuétanos y haciendo caer los pelos de conductores y acompañantes.
Estos soplamocos vienen de lejos, resultante del populismo irresponsable. Hemos llegado al climax: las calzadas no tienen más capacidad de recepción, y ahí radican los tapones. Se puede comprobar con el desahogo los días feriados y en los países donde un día circulan los de placas pares y en la fecha siguiente los impares.
La lógica plantea la imperiosidad de prohibir, por un largo tiempo, la importación de automóviles nuevos y usados, y cumplir estrictamente la Ley 12-01, que justamente proscribe la llegada de los de más de 5 años de fabricación.
La alternativa está -también para ahorrar divisas en la compra de petróleo y reducir la contaminación- en traer más autobuses nuevos, y acelerar otras líneas del Metro, el Teleférico y el Monorriel. Además, sacar los carros muy viejos y poner los horarios laborales públicos/privados y escolares entre 7 de la mañana y 3 de la tarde, y desde las 9 de la mañana hasta las 5 de la tarde.
Ahora, los dealers y concesionarios se preguntarán: ¿dejar de cobrar impuestos?, y ¿perder empleos por el cierre de nuestros negocios? La paz y el bien colectivo están por encima de las utilidades particulares.
El exceso de vehículos se ha convertido en agua de cerrajas, y en un fenómeno duro de pelar. ¿Estamos en un callejón sin salida? El presidente Luis Abinader impacta con su equilibrio e inteligencia para afrontar los álgidos impasses/apuros. Este sería otro. Refirió en La Semanal del lunes 4 de marzo que cuando lee que en “esta feria de vehículos rompimos récord” en venta “yo no sé si alegrarme, reírme o llorar”.
Por los atascos, los de cuatro ruedas no darán hacia adelante, ni hacia atrás, por lo que arruinarán la paz pública.