Por décadas, el nombre de Amable Valenzuela ha estado ligado a los grandes momentos del merengue y la salsa en la República Dominicana.
Su sello personal se reconoce en la organización impecable de conciertos y espectáculos que celebran lo mejor de la música tropical, una pasión que ha sustentado con constancia, visión y respeto hacia el público y los artistas.
Valenzuela pertenece a esa estirpe de empresarios que entienden el entretenimiento como un oficio serio, que requiere planificación, sensibilidad artística y compromiso con la excelencia.
Su experiencia en la producción de eventos lo ha convertido en uno de los pilares más sólidos del sector, capaz de conjugar efectividad comercial con propuestas de calidad. Cada concierto que lleva su firma responde a una estructura cuidada, donde nada queda al azar.
Entre sus aportes más emblemáticos figura “D’Parranda” (Celebrando el fin de año), cita obligada antes de Año Nuevo que se ha convertido en una tradición en la cartelera musical dominicana.
Este evento, concebido como una gran celebración de la identidad rítmica del país, reúne en el mismo escenario a figuras icónicas como El Conjunto Quisqueya -agrupación que el propio Valenzuela representa-, Milly Quezada y un artista invitado cada año (en esta ocasión Fernando Villalona).
Más que un simple productor, Amable Valenzuela ha sido un puente entre generaciones de músicos y audiencias, un gestor que ha sabido mantener viva la llama del merengue y la salsa en tiempos de cambios sonoros.
Su nombre resume la constancia, la pasión y la fe en un género que sigue bailando gracias, en buena parte, a su empeño.
Su visión, sin embargo, nunca se limitó a los ritmos tropicales.
A lo largo de su carrera, Valenzuela ha sabido abrir espacio a propuestas internacionales de distintos géneros, demostrando una sensibilidad musical amplia y diversa.
En ese sentido, presentó en suelo dominicano a artistas de talla mundial como José Feliciano, cuyo concierto organizó con una producción de alto nivel que evidenció su capacidad para manejar espectáculos de otro registro, sin perder el toque cálido y cercano que caracteriza su estilo.
Ese salto entre géneros ha sido una de sus mayores fortalezas: entender que la música, sin importar su origen o formato, necesita ser presentada con respeto y profesionalismo.
Así, Valenzuela ha logrado trascender el perfil del empresario de merengue para convertirse en un verdadero productor del entretenimiento popular, alguien capaz de leer los tiempos, medir los gustos del público y combinar tradición con actualidad.
En el terreno del manejo artístico, su experiencia también dejó huellas notables. Durante un tiempo representó al merenguero Pablito Martínez y La Muralla.
En esa etapa, Valenzuela jugó un papel determinante en la proyección del artista, asegurando presentaciones en escenarios importantes y manteniendo una estrategia de promoción coherente con su identidad musical.
Cada proyecto en el que se ha involucrado lleva una marca que lo distingue: la seriedad.

