Haciendo referencia al reportaje que sobre el parque recién construido en el país, un lector escribe:
Señor director:
Hemos leído el reportaje de Sonia Quezada de la fecha (12 de mayo, página 30) donde por el titular se destaca lo que parecería una positiva gestión pública, e invitacional, para la defensa de los animales, con la creación de lo que se ha dado en llamar, erroneamente, «el parque temático» recién creado por el Alcalde del DN. Y nos permitimos aclarar que el calificativo de parque es erróneo porque los mismos son grandes extensiones de terrenos y los temáticos son muy específicos, pero además con un alto contenido cultural y con facilidades de diversas índole, las cuales éste no reune, construido en un espacio residual de la ciudad, en las fronteras de las circunscripciones 1 y 2 del DN. Las plazas surgieron en el renacimiento por la necesidad de sanear los angostos resquicios urbanos del medioevo, y los parques como necesidad de esparcimiento. Estos fueron creados en las afueras de las todavía amuralladas ciudadelas. Después de los grandes jardines y pabellones de caza de la realeza europea, los cementerios fueron, en América, de los primeros parques periféricos acondicionados para el solaz de los días feriados y fines de semana. Los dominicanos les llamamos parque a una plaza y les asignamos antojadizamente definiciones particulares porque somos muy dados a recrear con el humor las cosas públicas. Por eso el espacio a que nos referimos, adquirió de inmediato, nombres y calificativos que no vamos a enumerar, pero que preferiríamos denominar traumático y no temático. Con la excusa de recuperarlo y extraerlo de una supuesta litis que se aduce ganará el DN, el lugar fue defoliado (había un tupido pinar) y asumido, como ahora se le ve. Pero lejos de agenciarse una aceptación pública (como se lee en el reportaje), es visitado por simple curiosidad ciudadana. El que escolares, familias y grupos lo mantengan lleno, día y noche, es producto o resultado de la promoción indirecta que le hemos hecho al criticarlo por su ubicación, su falta de facilidades sanitarias y de estacionamientos, su dudosa reputación estética (siempre subjetiva), la carencia absoluta de la información necesaria que apuntale su pregonada vocación didáctica y cultural que se realiza incluso con réplicas zoológicas de una fauna que no hemos tenido nunca (Jirafa, Elefantes, Aguila, Gorila y hasta hubo una descomunal serpiente Cobra que desapareció, por suerte en el proceso de construcción).
Gracias
Emilio José Brea García