Coordinación de Miradas
Lillian Fondeur Q.
Asociación Dominicana de Periodistas con Perspectivas de Género

Los beneficios de la lactancia materna son inmensurables. Cuando la madre está relajada y lactando segrega oxitocina, conocida también como hormona del amor, que provoca en ella un embelesamiento hacia el bebé, esta hormona es necesaria para la conducta del apego materna.

Las vasopresinas, hormonas producidas por el hipotálamo, pero almacenadas y secretadas por la glándula hipófisis

producen efectos que contribuyen al comportamiento maternal son básicas en el establecimiento del vínculo.

La liberación de endorfinas que genera la lactancia disminuye la percepción del dolor, crea una sensación de bienestar e induce un estado de dependencia, contribuyendo a formar el apego.

Todo este conjunto hormonal facilita que madre-bebé se unan a la perfección y se enamoren el uno del otro, se producirá la unión mediante el vínculo piel a piel.

No obstante, sí puede producirse el apego entendido como el amor que surge entre dos personas con el contacto y cuidado diarios, en este caso ya no se produce un proceso químico destinado a unir esas dos personas, hecho que sí sucede con el vínculo piel a piel cuando lactamos.

La madre con disfunción en apego, es una mujer tensa y angustiada, que se siente incompetente para criar y amamantar a su hijo porque básicamente no se puede comunicar con él y no entiende sus claves comunicacionales. A menudo es una persona que no sé acepta a ella misma.

No discrimina entre un llanto de hambre, de sueño, de enfermedad, de estar sucio e incómodo, o de otra naturaleza.

El desconocimiento de las necesidades del recién nacido la impulsa a conductas, a veces, muy neuróticas, de sobrealimentación forzada.

Cada vez que el bebe llora, lo alimenta e inclusive lo lleva a la consulta médica sin ser necesario.

Esta situación de angustia e incompetencia, la va deprimiendo progresivamente hasta el grado de perder la motivación por su hijo, suspender la lactancia y en casos extremos, de perder el amor por bebé.

El recién nacido o lactante con disfunción en apego está muy tenso. Comprende a su manera, que algo no funciona bien, que no es entendido en sus demandas y que es, de cierto modo, agredido con la alimentación y demás procedimientos.

Altera su ritmo de sueño y alimentación, padece de cólicos consecuentes, y desarrolla conductas reactivas a dicha agresión, con rechazo al exceso de alimentación y llantos excesivos e incontrolables.

La respuesta del recién nacido confunde más a su madre y se genera un círculo vicioso en el cual cada uno agrede y enferma al otro. Madre-bebé.

Una detección precoz de esta disfunción en el apego por un profesional de la salud con experiencia, puede revertir el problema y reencauzar el apego hacia una evolución normal.

A veces sólo basta con explicar a las madres la naturaleza del problema y convencerla de su real competencia e importancia en lactar a su hijo, para que el problema se solucione.

Recién nacido sano con apego normal

– Está siempre contento.

– Mirada atenta, especialmente con su madre.

– Se calma en brazos de su madre.

– Buena succión y deglución.

– Manifiesta su hambre y plenitud.

– Adquiere un patrón de alimentación regular, sin cólicos.

Madre sana con apego normal

– Contenta con su recién nacido.

– Tranquila frente a los momentos de incomodidad de su hijo.

– Alerta con sus demandas, que reconoce claramente.

– Muy positiva con su hijo.

– Reconoce y respeta su temperamento.

– Le ayuda a organizarse.

– Se adapta a su patrón y ritmo de alimentación.

Amamantar a tu bebe es un acto de amor, de entrega, es una contribución a que el mundo sea un lugar más habitable, con más oportunidades para todos y todas, con más respeto y consideración por los demás y en especial: con menos violencia.

El apego que genera la lactancia materna es un vínculo especial, tan significativo, que, siendo el bebé depositario de ese amor lo transmite a su descendencia, formando la raza humana por los siglos de los siglos.