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Arrogancia normativa

Arrogancia normativa

Orlando Gómez

Las redes sociales y el uso de medios digitales en el comercio han demostrado ser un tema complejo de normar en todo el mundo. Esta realidad es especialmente más difícil en países pequeños que no representan un mercado significativo para las empresas digitales y que no desarrollan empresas de ese tipo en su territorio, pero esto no significa que han dejado de intentarlo. Curiosamente, esto no necesariamente va a tratar sobre la regulación de los medios y redes digitales en la República Dominicana, tema que va y viene con frecuencia, sino por lo que actualmente está ocurriendo en Nepal.

Nepal es una nación del sur de Asia donde viven 30 millones de personas que actualmente está viendo a su Estado volverse cenizas en el sentido más literal de esa frase. Mientras la sede del Parlamento, del Gobierno, de la Suprema Corte de Justicia y la casa personal del ahora ex-Primer Ministro ardían, el resto del mundo aún intentaba buscar sentido a lo ocurrido.

La generación Z de Nepal, sus nativos digitales, salió a la calles a protestar una norma administrativa refrendada por una decisión de su Suprema Corte de Justicia que iba ser santiguada como ley por su Parlamento, para ser ejecutada bajo todos los controles democráticos de esa nación, y procedieron a prender en fuego a todas esas instituciones.

Los instituciones democráticas en Nepal tuvieron la arrogancia de pasar una norma que incidía sobre las redes sociales y su uso que exigía, entre muchas otras cosas, el registro de las redes sociales ante su Ministerio de Comunicaciones y Tecnologías de la Información. Nepal, por supuesto, no tiene empresas locales desarrollando y administrando redes sociales, por lo que el registro esencialmente aplicaba a empresas en el extranjero.

Nepal no representa un mercado particularmente importante para las empresas que desarrollan y administran redes sociales, por lo que el plazo para registrarse que vencía en abril llegó y la mayoría de esas empresas lo ignoró. Esto motivó que el Gobierno de Nepal, amparado en la normativa que había adoptado, procediera a suspender el acceso de sus ciudadanos a Facebook, Instagram, YouTube, Whatsapp y otras redes sociales incumplidoras de su norma, y hoy Nepal arde.

Lo que viene ocurriendo en Nepal es un importante llamado de atención para reguladores y legisladores en todo el mundo, con poblaciones y economías comparables. Uno se debe arropar hasta donde nos da la sábana, y debemos reconocer nuestras limitaciones en imponer obligaciones sobre empresas que no mantienen presencia física en nuestro territorio, para las que adicionalmente no representamos un mercado relevante.

Esto va desde la regulación de las redes sociales hasta la aplicación de impuestos a las compras por internet, la normativa no puede ser estructurada esperando un cumplimiento de entidades extranjeras y limitando el acceso de la ciudadanía a esos servicios como penalidad.