Incita a la reflexión las sui generis protestas llevadas a cabo por el movimiento británico Just Stop Oil, en donde sus ecologistas han lanzado sopa de tomate y puré de papás, a icónicos cuadros de Van Gogh, Da Vinci, Monet, Picasso, Boticelli, y hasta han rociado pintura amarilla a una tienda en Londres que comercializa los relojes Rolex.
Con un trasfondo imperceptible que parece moldeado por las tesis anarquistas de Mijail Bakunin y Joseph Proudhon, Just Stop Oil asume una forma de visibilizarse que ya fue trillado por anteriores corrientes protestantes; la militante feminista Mary Richardson de La Sufragistas, a finales de siglo XIX fue al National Gallery y rompió el lienzo de la pintura Rokeby Venus para llamar la atención sobre la necesidad de que las mujeres votaran.
Phoebe Plummer, una de las manifestantes del grupo ecologista dijo: “¿Qué vale más, el arte o la vida?; ¿Vale más que la comida, que la justicia? ¿Te preocupa más la protección de un cuadro o la protección de nuestro planeta y de las personas?”, palabras estas llenas de sapiencias y que las élites mundiales deben ponderar en su verdadera dimensión, a fin de superar la crueldad e injusticia del mundo actual.
Las acciones de Just Stop Oil han generado posiciones a favor y en contra, a lo que Alex De Koning, vocero del movimiento dijo al respecto que: ”No estamos tratando de hacer amigos aquí, estamos tratando de hacer un cambio y, lamentablemente, esta es la forma en que sucede el cambio”.
Grupos ultraderechistas acusan a los tataranietos de Rockefeller, de Walt Disney, y de Paul Getty, de financiar a Just Stop Oil, obviando que de esto ser así, estos descendientes de millonarios demuestran su humanismo y su compromiso con el futuro del planeta.