Opinión Articulistas

Auge y esperanza

Auge y esperanza

Eduardo Álvarez

Rompimos con todo. Atrás los convencionalismos inútiles. Acaso bochornosos, dados los avances registrados en aquéllos días. Entorpecían las urgencias de cambio que las sociedades de todo el mundo se habían trazado a comienzos de los 60.

Este periodo nos marcó una senda cuyas particularidades iban a moldear personalidades, no tanto excepcionales como singulares, acaso irrepetibles. Este punto -en que la interrupción se hace más patente-, nos sirve de mucho concretizar nuestras ideas en un escenario palpable donde tengamos la oportunidad de observar y ser parte del relato. De contarlo en primera persona. Nada como involucrarse y comprometerse con la historia misma.

Así las cosas, nos resulta útil y, al mismo tentador, contar un trozo de la época que nos tocó vivir como parte de este proceso. Así, nos proponemos explicar y descifrar los hechos con su devenir y comportamiento, para llegar a lo que hoy conocemos como la Era Digital, cuyos notables logros nos tiene metidos de lleno en un fenómeno que supera los alcances de la ciencia ficción creada años atrás en nuestras fantasías: la Inteligencia Artificial.

Y Esperanza, población donde tienen lugar estos relatos a manera de ilustración, no estaba exenta de la acelerada ola transformadora que marcaba las pautas de una nueva era con manifestaciones de libertad y apertura en diferentes vertientes. Como actores secundarios en contados casos, o como simples espectadores de casi todo lo que acontecía en el orden local, nacional y global.

Expresiones sentidas de inmediato en respuesta a la serie de acontecimientos que se fueron desencadenado de manera precipitada. Ocurre naturalmente donde la historia da un giro de 180 grados, como sucede en efecto. En medio de toda esta barahúnda, opresores y oprimidos, aficionados y experimentados -todos mezclados-, alternan aspiraciones, diferencias y abrazos, entre rencores acumulados y confusos gestos solidaridad y compresión.