Antes de ser diagnosticado con covid el presidente Luis Abinader había enviado un auspicioso mensaje al encabezar una ronda de diálogo con la Asociación Dominicana de Profesores (ADP) sobre la problemática de la enseñanza y las condiciones de vida de los educadores.
Con el fracaso del pacto educativo, en cuya firma hubo más fanfarria que compromiso, tienen las autoridades más que nadie que buscar la manera de desatar los nudos que lastran el sistema de enseñanza.
La ADP, aunque jamás se haya preocupado por la elevación de la calidad de la educación, juega un papel fundamental en las escuelas. Por ser siempre la vía más expedita para dirimir conflictos y explorar soluciones, el diálogo con el gremio encabezado por el Presidente de la República es una saludable y alentadora iniciativa.
De los encuentros en el Palacio Nacional pueden derivar buenas fórmulas para superar los obstáculos que, de acuerdo con las evaluaciones internacionales, colocan el sistema de enseñanza como uno de los más ineficaces de la región.
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El idioma de las huelgas tiene que ser sustituido por el diálogo franco y abierto para que la educación juegue el rol que representa en el proceso de desarrollo.
Tanto el Gobierno como la ADP tienen que asumir el diálogo como una responsabilidad para resolver los problemas que afectan el sistema de enseñanza.