Hoy dia, la ausencia de autoridad consistente en nuestro país es cada vez más evidente. Esto se verifica en el incremento de los accidentes de tránsito, las violaciones, los atracos, el problema migratorio, la corrupción (en todas sus manifestaciones), y, un infinito etcétera.
La situación precitada, revela grietas en el tejido de la estructura gubernamental que, socaban las bases del desarrollo y el crecimiento económico nacional. Es urgente y necesario ponerle término a esta triste e indeseada realidad.
El referente obligado para tratar de entender las razones que propicia todo lo antes expuesto, lo constituye nuestro sistema democrático que, lamentablemente, adolece del atributo principal de la verdadera democracia, esto es: auténtica independencia de los poderes (Legislativo, Ejecutivo y Judicial).
En la práctica el poder Ejecutivo ejerce influencia presupuestaria y de otra “naturaleza” que, desvirtúan la autonomía de los otros dos. En ese sentido, el ejercicio pleno de sus respectivas competencias esta mutilado.
La demora judicial para sancionar escándalos desacredita el sistema
La ausencia de un régimen de consecuencias efectivo, que detenga y penalice con apego a la ley, las violaciones e inobservancias de estas. Como se puede observar en la acción intervienen autoridades del poder ejecutivo y del poder judicial; todos somos testigos de la dejadez que exhiben los agentes policiales y de tránsito, en el cumplimiento de sus deberes.
En cuanto a la Contraloría General de la República y la Cámara de Cuentas de la República, entidades del poder Ejecutivo y del Estado, respectivamente. Ambas con la responsabilidad constitucional de evitar y detectar y someter a la justicia a los que violen los preceptos establecidos. De eso… mejor ni hablar.
La Justicia decepciona por su retraso y exclusión para sancionar a los culpables y liberar a los inocentes.
Todo eso es inconsistencia, lo cual mella la autoridad.