Los voceros ultranacionalistas propagan hasta el hartazgo el mito de la “fusión” y que somos nosotros los dominicanos, quienes más han ayudado Haití. Con la situación de inseguridad allí reinante, de nuevo se levantan esas voces agoreras para reclamar injustamente, que por amenazas de las pandillas y los gastos sociales que ocasionan, los inmigrantes haitianos y sus descendientes, deben ser expulsados.
¿Quién ayuda a quién? Se redunda que después del terremoto en 2010, fuimos la principal ayuda; y eso es falso. Aunque fuimos los primero en llegar, en el rango de ayudas económicas y sociales, ni siquiera aparecemos entre las primeras diez naciones. Por el contrario, el posicionarnos como intermediarios de las ayudas, contribuyó al alto crecimiento económico de ese año.
Hay quienes vociferan -los haitianos se lo llevan todo- obviando que ellos pagan por todo lo que se llevan, y que los mercados fronterizos generan riquezas para las familias de uno y otro lado de la frontera. Desde hace décadas, Haití se convirtió en nuestro segundo socio comercial, con un balance de compra y venta muy desproporcionado. Todavía no entiendo por qué productos de calidad como la cerveza y el ron haitiano no se pueden comercializar.
En desconocimiento de las Encuesta Nacional de Inmigrantes (ENI 2012 y 2017) siempre se exagera el número de inmigrantes; aunque es de todos conocidos que las facilidades para atravesar la frontera siempre estuvieron coadyuvadas por la aplicación discrecional de la política migratoria, la complicidad y la connivencia de las autoridades. Curiosamente hubo un aumento de 12% de inmigrantes cuando los Vinchos dirigían Migración.
Expulsar a los haitianos es paralizar las principales actividades económicas e invertir ese sostenido crecimiento económico. La agricultura, así como el sector de la construcción son realizados por inmigrantes y “jamás» se va a cumplir el límite de 20 % de trabajadores extranjeros que marca la ley, porque los dominicanos se han ido a los pueblos a trabajar de motoconchistas, a pesar de que los salarios en el campo son incluso «superiores».
Si bien es cierto que hay que fortalecer y profesionalizar los controles migratorios y continuar solicitando el apoyo de la comunidad internacional para paliar la crisis humanitaria, somos los dominicanos a quienes más nos compete ayudar nuestros vecinos a salir de su desgracia.