Tengo la costumbre de visitar el pueblo donde nací y me crié con cierta frecuencia. Me resulta placentero hacerlo, recorrer esos 97 kilómetros desde Santo Domingo hasta Azua. Visitar a mi familia, amigos y conocidos, es como ir a recibir un premio Nobel para mi espíritu. Definitivamente, nada me hace sentir tan espiritualmente cómodo como estar en mi Azua.

Hace unos días estuve en Azua sepultando a una de mis tías más queridas y tomé unos minutos para recorrer algunos de los sectores del municipio y la playa de Monte Río y de verdad sentí rabia e impotencia. Me entristecí hasta las lágrimas, al ver paralizada y abandonada la primera cancha de baloncesto para práctica masiva que se construyera en mi pueblo, la cual está ubicada en el sector La Colonia Española y lleva el nombre del insigne hombre del deporte José Ulises García Saleta(Wiche).

Investigué y me dijeron que ese espacio deportivo en el cual practiqué minibásquet a mediado de los años 80” lleva en esa condición de abandono cerca de 15 años y que ninguna de las autoridades municipales y gubernamentales ha querido concluir su remoción y terminación.

De inmediato me pregunté ¿Cuál es “el maco”, por qué el problema, ¿cuál es el nudo, qué es lo que pasa que algo tan importante para una provincia como Azua en pleno desarrollo se le haya dado de lado y los recursos económicos destinados para esos fines se hayan usado para otra cosa?.

Promesas vienen y promesas van y nada pasa. Hasta el presidente Luis Abinader, en sus días de campaña buscando la reelección en Azua, en abril del 2024, prometió la terminación y entrega de esa cancha remodelada, modernizada acorde a los nuevos tiempos, pero nada de nada.

Ya basta de promesas y retardos, Azua no merece que la juventud se envuelva en vicios, motoconcho, vandalismo, delincuencia.