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Balzac, 175 años después

Balzac, 175 años después

Elvis Valoy

Como si la parca tuviera como obligación transportarlo a la posteridad, ésta cargó su cadáver sobre el lomo de un corcel, y lo trajo a la vida después de su muerte: me refiero al escritor francés Honoré de Balzac, quien este lunes 18 de agosto arriba al centésimo septuagésimo quinto aniversario de su desaparición física.

Colocado en un cenáculo sideral junto con Víctor Hugo, Flaubert, Maupassant y Stendhal, Balzac elaboró una amplia producción literaria, en una época en la que apenas se iniciaban los grandes medios de información.

Antítesis de la Divina Comedia, de Dante, su pluma parió La Comedia Humana, de la cual decía «La sociedad francesa es lo histórico, y yo solo debo ser el secretario». Aquí el prosista retrata el mundo galo de su tiempo, utilizando la ironía de que con esa obra él buscaba «hacerle la competencia al registro civil».   En su libro Las Ilusiones Perdidas, hace una crítica lisérgica al mundo de las casas editoriales y el periodismo. Aquí Balzac llena su escrito de hombres «honestos», que mienten, traicionan, estafan y hasta roban, y esto debido a que no existe otra manera de llegar a donde ellos quieren llegar.

 En su magistral cuento La Obra Maestra Desconocida, Balzac desarrolla la historia de un pintor que busca colorear la belleza perfecta. La calle parisina en donde se desarrolla esta ficción fue posteriormente el lugar en donde residió el laureado artista Pablo Picasso.

 Faldero convicto y confeso, el creador de La Piel de Zapa estuvo muchos años enamorando a la condesa Ewelina Hanska, y de Francia «arrancó» para Rusia a cortejar a la aristócrata que pensó él, lo sacaría de su crisis económica.   

 Ido prematuramente —murió a los 51 años—, Balzac dejó alrededor de 50 de sus libros inconclusos.