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Bodas bendecidas

Bodas bendecidas

Ernesto Guerrero

Durante los debates electorales, la situación en Haití, la seguridad ciudadana, las tres causales y el matrimonio igualitario se encuentran siempre en el centro de atención. La Iglesia Católica, históricamente conservadora, se enfrenta a una encrucijada con el Papa Francisco, quien busca desafiar las antiguas doctrinas y desmontar desigualdades que han persistido durante siglos.

El Papa opta por una Iglesia moderna y bien informada en lugar de sumarse a los extremos de grupos evangélicos. Sus declaraciones sobre las uniones del mismo sexo reflejan la tendencia mundial hacia el respeto y la igualdad de derechos para todos los ciudadanos. Sin embargo, estas señales de apertura no han sido bien recibidas por la jerarquía Católica en la República Dominicana, que sigue oponiéndose a las tres causales y niega la existencia de discriminación y crímenes de odio contra las mujeres y la comunidad LGBTQ+.

En Latinoamérica y el Caribe, 15 países ya han aprobado y legalizado las uniones del mismo sexo, incluyendo a Puerto Rico, Cuba, Aruba, Costa Rica y la mayoría de los países de América del Sur. El Papa expresó su acuerdo con la idea de que los países regulen las uniones civiles y, más recientemente, sugirió que algunos de estos matrimonios podrían ser bendecidos por sacerdotes católicos.

En República Dominicana, muchos aún no han comprendido que esta ley beneficia a amigos, familiares y seres queridos. Además, podríamos impulsar el turismo al ofrecer programas especiales para parejas del mismo sexo que deseen casarse y celebrar sus bodas en nuestras hermosas playas. Recordemos que, en el pasado, la promulgación de leyes de divorcio al vapor impulsó el turismo, atrayendo a numerosos famosos que vinieron a obtener sus divorcios.

El reciente comentario del Papa ha generado la oposición de algunos cardenales conservadores, e incluso se ha llegado a mencionar la palabra «anticristo» en grupos religiosos locales.

Sin embargo, el Papa sigue adelante con su visión de una Iglesia inclusiva y acogedora, donde todos encuentren su lugar, y enfatiza: «No podemos ser jueces que solo niegan, rechazan y excluyen; queremos una Iglesia donde todos tengan cabida».

El cambio en las actitudes hacia las uniones del mismo sexo es innegable, y el futuro se vislumbra más inclusivo y respetuoso.