El teólogo Leonardo Boff dijo que la llegada al papado de Francisco significa para la Iglesia Católica el inicio de una nueva primavera, que se expresará en darle una mayor participación a las decisiones de la Iglesia a los católicos de América Latina, Africa y Asia, donde están ubicados el 90 por ciento de los católicos del mundo.
“Con Francisco la primavera llega a la Iglesia porque no se trata de un hombre, sino de un proyecto de iglesia sencilla, abierta a todos, no un castillo cerrado, es un proyecto de un mundo que dialoga, él es un líder mundial, religioso, político, que tiene una irradiación de bondad. El es la figura carismática que nos hacía falta”, dijo al intervenir ayer en el almuerzo semanal del Grupo Corripio.
Boff es uno de los impulsadores de la Teología de la Liberación, movimiento que, indicó, nació en el momento que la Iglesia se decidió a escuchar los gritos de los oprimidos.
Dijo que se quiso vincular ese movimiento al marxismo, dando a entender que el marxismo era un peligro para América Latina. Pero a su juicio, “Marx no era el peligro, sino que el peligro para América Latina era el capitalismo salvaje que se estaba imponiendo.
“No fue Marx quien habló en Mérida y Puebla”, dijo en referencias a las emblemáticas conferencias de obispos, realizadas en esas dos ciudades de México donde los prelados de América Latina elevaron sus voces en defensa de los oprimidos.
Boff por sus posturas de defensa de esos sectores fue mandato a callar por el Vaticano y terminó dejando el sacerdocio, “nunca a la Iglesia, de la que nunca me he alejado”.
Dijo, en forma de broma, que a la llegada de Francisco al Vaticano “yo estaba fuera, en el Purgatorio”. En su intervención siempre tuvo una sonrisa en sus labios; hizo otras bromas, pero, no se sabe si también en broma, reveló que tuvo una conversación con el papa Francisco, en la cual le preguntó el porqué le gustaba comer junto a los trabajadores y obreros del Vaticano, y su respuesta fue que “así les será más difícil envenenarme”.