Editorial

Bonos basura

Bonos basura

La Deuda Pública de Puerto Rico ha sido degradada a nivel de chatarra por la calificadora Standard & Poor’s, incluidas las obligaciones crediticias de su Banco de Fomento con los sistemas de retiro y autoridad de carreteras, situación que podría empeorar si ese Estado Libre Asociado no logra conseguir financiamiento a corto plazo.

Una posible colocación de bonos boricuas tendría que ser a una tasa de interés muy alta, por lo que las perspectivas de conseguir liquidez en el mediano plazo son restringidas, lo que reduce capacidad de maniobra al gobernador Alejandro García Padilla, quien ha hecho un llamado a reconstruir el país.

La Casa Blanca ha adelantado que no contempla aplicar un programa de rescate en favor de Puerto Rico, mientras la capacidad de financiamiento del Banco de Fomento quedaría extinguida al 30 de junio, fin del año fiscal, lo que hace temer que en el coctel de soluciones se incluyan despidos en la administración pública.

Para que se tenga una idea de la gravedad de la situación financiera de Puerto Rico, se señala que en un término de un mes a 45 días, el Gobierno deberá pagar unos 950 millones de dólares a bonistas, sin contar la necesidad de financiamiento de lo que resta del déficit fiscal de 2014.

El gobernador García Padilla ha reclamado afrontar la crisis sin politiquerías, por lo que también ha convocado al sacrificio y ha pedido a los puertorriqueños demostrar que la isla es un país y no una tribu. Un estudio sobre el impacto que causaría la declaratoria de bonos basura a la deuda pública de Puerto Rico, advierte que los ciudadanos sufrirían pérdidas mayores en sus activos, sea en bonos, fondos mutuos, planes de retiro por los múltiples recortes a planes sociales e incrementos de impuestos, además de acrecentarse la emigración hacia Estados Unidos.

Puerto Rico constituye hoy un dramático ejemplo, un espejo para República Dominicana, cuyos gobernantes y propio sector productivo han sido históricamente adictos a jugar a la ruleta rusa, en términos de improvisación de políticas económicas y monetarias y despilfarro en el gasto público.

La Isla del Encanto superará más temprano que tarde sus severas dificultades financieras, pero el mal momento deberá servir como recordatorio de que un país, lo mismo que una empresa y una familia, deben siempre prepararse para previsibles tiempos de vacas flacas.

El Nacional

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