El presidente Michel Martelly persiste en reclamar que la comunidad internacional obligue a República Dominicana a negociar con Haití las condiciones en que se llevarían a cabo repatriaciones de indocumentados, como si fuera posible que una nación que se repute como libre y soberana abdique a su derecho de imponer control migratorio en su territorio.
A una borrascosa solicitud de diálogo del mandatario haitiano, el Gobierno dominicano ha respondido que no reanudará conversación bilateral hasta tanto Haití pida formal excusas por los epítetos que Martelly ha proferido contra el país.
Como una muestra de que República Dominicana no está dispuesta a ceder al chantaje y a la infamia, el presidente Danilo Medina ha señalado que las autoridades sólo esperan que la misión de la OEA que vino al país a observar el proceso de regularización de extranjeros diga la verdad sobre la situación migratoria.
Sin esperar los resultados de esa indagatoria, Martelly insistió ante los comisionados de la OEA en que se produzca “una firme intervención de la comunidad internacional” para lograr que el Gobierno dominicano negocie con el haitiano un protocolo de repatriación, con lo cual pretende imponer autoridad sobre asuntos de la única competencia de autoridades dominicanas.
Mientras la misión de la OEA evalúa su visita a Santo Domingo y Puerto Príncipe como “edificante, positiva y constructiva”, el gobernante haitiano pretende propagar la falsa impresión de que Haití y la región están al borde de una catástrofe humanitaria.
Llama la atención que al tiempo de repetir la infamia de que República Dominicana produce “deportaciones” masivas de indocumentados haitianos y de que coloca en condición de apatridia a miles de personas nacidas en territorio nacional, aboga “por una solución pacífica a la crisis”. ¿Qué pretende?
Cualquier vía de solución al diferendo dominico-haitiano será siempre y en todo caso “pacífico”, porque el Gobierno dominicano nunca ha referido posibilidades diferentes a las que ofrecen las vías diplomáticas o el diálogo bilateral.
Hace tiempo que el presidente Martelly transita por un brumoso camino de infamia y mentira contra República Dominicana, cuyo Gobierno ha mantenido incólume su decisión de cumplir cabalmente con la ley, con absoluto respeto a los derechos humanos, pero sin permitir intromisión foránea de ningún tipo.