La frontera dominico-haitiana siempre ha sido una zona de conflictos bélicos entre las dos naciones vecinas, no obstante los diversos tratados firmados entre España, Francia y la República Dominicana, la línea limítrofe es un controversial problema latente desde tiempos ancestrales que tiende agudizarse, y que parece, que la solución final será fruto de una guerra frontal que dejará un trágico balance de muertos y heridos incontables.
En el año 1767, España cedió a Francia la parte occidental de la isla mediante el Tratado de Ryswick, un siglo después, en el año 1777, se firma entre ambas naciones el Tratado de Aranjuez, mediante el cual los españoles formalizan el reconocimiento jurídico a los franceses de que Haití , se convierte en una colonia de Francia, surgiendo sucesivamente números acuerdos para delimitar una línea divisoria entre Haití y los dominicanos, entre ellos acuerdos de cooperación y reconocimientos de la línea limítrofe, con la instalación de bornes y pirámides, acuerdos que constituyen letras muertas para los haitianos.
El escritor y político, Juan Bosch, un intelectual que ejerció la presidencia de la República, sin máculas y su vida transcurrió en un ejercicio intachable, sin pretender ser un oráculo en el año 1943, analizó el problema fronterizo y vaticinó lo que está ocurriendo con la grave inmigración ilegal que agobia, enfurece y lesiona la identidad, soberana e Independencia de los dominicanos.
En el año 1943, en una epístola enviada a los intelectuales dominicanos, Bosch precisa lo siguiente: “el pueblo haitiano es un poco más pobre, y debido a esa circunstancia, luchando contra el hambre que algo más serio de lo que puede imaginarse quién no la haya padecido en sí, en sus hijos y antepasados, procura burlar la vigilancia y cruza la frontera. Si el caso fuera al revés, sería el dominicano que emigrara ilegalmente a Haití.”
“Cuando de aquel y de este lado de la frontera, los hombres tengan casas, libros, medicinas, ropa, alimentos en abundancia, cuando sean los dominicanos y haitianos, ricos , cultos y sanos, no habrá hostilidades entre los hijos de Duarte y Tousseaint, porque estos no irán a buscar acosados por el hambre, tierras dominicanas a cosechar un mísero plátano para su sustento, ni aquellos tendrán que poner sus ojos en un país de origen, idioma y cultura diferentes, ajenas para aumentar sus conocimientos de la tierra y de los hombres que la viven.”
“El porvenir ha de venir un día abrazados, en medio de un mundo libre de opresores y de prejuicios, un mundo donde quepan los haitianos y dominicanos, y en el que tenemos el deber de ser mejores, luchando juntos contra la miseria y la ignorancia de todos los hombres de la tierra “. Una utopía que parece que murió hace décadas.