Editorial

Brumoso

Brumoso

El panorama no puede ser más brumoso para las elecciones del domingo próximo en Haití. Oficinas electorales y vehículos fueron incendiados durante violentas protestas protagonizadas ayer por opositores a los comicios que tienen al oficialista Jovenal Moise como único candidato presidencial.

La crisis política que rondaba la nación se ha agravado con la decisión d el candidato opositor Jude Celestin de no presentarse al balotaje por la supuesta parcialidad del Consejo Provisional Electoral, del cual ya han renunciado dos miembros en medio de una ola de denuncias de corrupción.

Cuando Celestin oficialice su renuncia el candidato que quedó en la tercera posición en la primera vuelta, Moise Jean Charles, ocuparía su lugar. Pero para complicar más el panorama este también ha advertido que tampoco se presentará por el supuesto ambiente de fraude que rodea las votaciones.

Ante las inciertas perspectivas, en lo único que todos concuerdan es en que el 7 de febrero el presidente Michel Martelly tendrá que entregar el poder. La incógnita es si lo hará a su pupilo Moise o a una junta para que, como demandan varios sectores, convoque a nuevas elecciones, una fórmula a la que el mandatario no parece dispuesto.

Con todas las irregularidades que se verificaron en las votaciones del 25 de octubre las perspectivas, los incidentes ocurridos en las últimas horas y las presiones de la oposición, el panorama es sombrío. Acosado por previas protestas, en las cuales murió por lo menos una persona y varias resultaron heridas, el Gobierno tuvo que designar una comisión para revisar el proceso. Si bien se ha garantizado corregir las anomalías hay quienes aseguran que a la fecha no se ha avanzado lo necesario.

Hoy por hoy no se sabe a ciencia cierta si en Haití habrá elecciones. Pero tampoco lo que ocurrirá si no se celebran. El panorama plantea otra tarea para la comunidad internacional, obligada a evitar que la ingobernabilidad se instale, con todas sus nefastas consecuencias, en la empobrecida República.

Unas elecciones con un solo candidato podrán ser legales, pero no legítimas. Sin importar que el temor a fraude que invoca la oposición para abstenerse de participar no sea más que un pretexto para no exponerse a una derrota. Sin condiciones mínimas para unas elecciones diáfanas y democráticas, Haití se expone al caos social y político.

El Nacional

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