Excusen mis lectores porque -siempre- apelo al recuerdo de mi amada madre, doña Negra, para ratificar los conceptos que me inculcó para que no difame a nadie.
Es en base a esos criterios que no me arredra nada para cuestionar a quienes se prevalecen de las mentiras para dañar la imagen de una determinado persona.
Esos equivocados hijos de Dios, desarrollan campañas diarias para desacreditar a equis persona.
Los podemos ver visitando programas de radio, televisión, periódicos y los múltiples medios alternativos de la internet.
Durante meses, los adversarios recurrieron a decenas de estrategias para decirle a la Opinión Pública que el presidente Luis Abinader era un simulador y mentiroso.
Significaban que el Primer Ejecutivo de la Nación era un farsante y que su decisión final era reelegirse nuevamente para otro período de Gobierno.
En otras palabras, esos dirigentes opositores, llegaron a insinuar y vender la idea de que Abinader ya tenía preparada su campaña para tirarse al ruedo.
Por los últimos cinco meses, estuve esperando la aprobación de la decisión planteada por Abinader a las Cámaras Legislativas. Tal como creíamos millones de dominicanos, la palabra empeñada por Abinader fue real y no cayó al suelo.
Esa modificación de la Carta Magna, es otro ejemplo de honestidad del Primer Mandatario de la Nación. Quiero recordar que, el Octavo Mandamiento de la Ley de Dios, dice que el hablar mentiras es uno de los Pecados Capitales.
Así las cosas, significa que los dirigentes de la oposición política dominicana, deberán ser castigados por el Altísimo debido a los sus falsos testimonios en contra de un Mandatario que fue calumniado de manera constante por sus adversarios.