El Senado debe rechazar las ternas que le envió la Cámara de Diputados para la designación de la nueva Cámara de Cuentas, porque se ha contaminado el proceso de selección para dar cabida a actores políticos.
Es muy burdo lo que se proponen.
No puede ser posible que con tantas exigencias de transparencia por parte de la sociedad dominicana y lo bochornoso que ha resultado la actual Cámara de Cuentas, se tenga de nuevo la maliciosa intención de designar al frente de este órgano fiscalizador a personas que responden a intereses políticos y que su único propósito sería a todas luces garantizar impunidad.
Constituye toda una afrenta volver al pasado refrendando lo que es un propósito evidente de componendas políticas adornadas de un buen maquillaje.
Solo hay que preguntarse, a quiénes han servido en el pasado la mayoría de los que se pretenden como un secreto a voces designar miembros de la cámara de cuentas; son cartas marcadas que responden a repartos con propósitos de impunidad.
Las ternas presentadas al senado para la elección de la cámara de cuentas, hablan por sí sola, por supuesto con honrosas excepciones en términos de credibilidad.
Es evidente que con la escogencia de las ternas se procura complacer pactos políticos de repartos en cumplimiento de cuotas de poder asumidas en la pasada campaña electoral.
Es correcta la creación de una comisión especial por parte del Senado de la República para estudiar las ternas que les fueran enviadas, pero en la misma para revestirlas de mayor transparencia debe ser excluido el senador Rogelio Genao ya que su hijo diputado presidió la comisión que preseleccionó las ternas que fueran aprobadas como un libreto de mal gusto por la cámara de diputados.
No puede ser parte de esa comisión especial quien sea compromisario con la corrupción y beneficiario de la gran impunidad que ha reinado en la República Dominicana. El Presidente de la República Luis Abinader, debe ratificar con hechos su compromiso para que sean escogidos en los órganos constitucionales personas independientes y sin tachas.
Por: Dr. Manuel María Mercedes