Aunque no sea como se comienza, aún así alienta la labor que en los primeros 100 días ha desplegado la Cámara de Cuentas desde la instalación de su presidenta Emma Polanco y los nuevos miembros.
El balance que según Polanco heredaron las actuales autoridades es desconcertante: 249 auditorías en estado crítico, algunas apenas iniciadas, otras paralizadas y las concluidas nunca se presentaron al pleno. Pero antes que amilanarse o decantarse por denuncias o escándalos mediáticos, el pleno del organismo se entregó a las funciones que le competen como fiscalizador de los recursos públicos.
En contraste con la desidia de pasadas gestiones, en que en ocho años apenas se aprobaron igual número de auditorías, Polanco se ufana al informar que el actual equipo ya va por 14 estudios. El arranque es prometedor en cuanto a concluir auditorías de escándalos todavía impunes.
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Los actuales integrantes del organismo pasarían a la historia si completan y publican auditorías que se han reclamado para transparentar múltiples denuncias de supuestas irregularidades. Aunque las perspectivas sean alentadoras, con la valiosa herramienta de la tecnología como recurso el organismo no tiene muchas excusas para no cumplir con el mandato que le otorga la Constitución.
Polanco y su equipo no deben olvidar que no basta con comenzar bien, sino con terminar bien. Y que la nación clama por la más absoluta transparencia y el rigor más estricto en la administración de los recursos públicos.