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Camino equivocado

Camino equivocado

Elvis Valoy

(I)
Coincido plenamente con la definición de diplomacia de Eduardo Jara Roncati, cuando éste dice que es:”… la ciencia de las relaciones exteriores, el arte de negociar, el manejo de las relaciones internacionales, la ciencia de las relaciones que existen entre los diversos Estados, la forma de concretar una política internacional determinada”.

Pero lamentablemente el gobierno del presidente Luis Abinader es todo lo contrario a lo que se entiende como diplomacia, pues su ascenso al poder solo significó un “quítate tú para ponerme yo”, agregado a esto, un canciller que es una argamasa de muchas cosas juntas pero huérfano de una brújula que le indique el camino, y vacío de planes y propuestas.

Sin embargo, la gente que regularmente lee mis artículos en este prestigioso periódico, esos despropósitos no lo tomaron de sorpresa, pues desde que se inició este gobierno, he venido advirtiendo en varios de mis escritos, la añagaza en que caería el país por el funambulismo de nuestras relaciones exteriores.
Esta administración ha sido obstinada y torpe en el caso haitiano, y las relaciones con el vecino país se han manejado con una penosa estolidez. Nuestro mandatario acude a cónclaves internacionales con soflamas que parecen salir de un dignatario haitiano, y de ahí el sopapo de la diplomacia haitiana, haciéndole saber a nuestro ejecutivo nacional que él, “… no es presidente de la isla…”.

Son muchos los yerros diplomáticos
Haití es un país soberano reconocido por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), y desde que este gobierno de Abinader se inició, no ha cesado de “enmendarle la plana” a la nación vecina. Eso no es otra cosa que injerencia, algo inaceptable en el concierto mundial de naciones.

Es absurdo y peligroso inmiscuirse en los asuntos de otros estados, regla que está contenida en todos los manuales de relaciones exteriores y que es el ABC de la diplomacia.

Haití demuestra en cada coyuntura que cuenta con mejores diplomáticos en el tablero mundial, y el canciller haitiano, Claude Joseph, debería darle unas clasecitas al ministro Roberto Álvarez, pues mientras aquel hace su trabajo, dando demostraciones de cómo se defiende un país, el nuestro solo emite señales laxas, contumaces y de birria.
Ustedes se preguntarán, ¿cómo deben manejarse nuestras relaciones con Haití? Me referiré sobre ese particular en el próximo artículo.