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Caos se apodera de la Junta Electoral del DN

Caos se apodera de la Junta Electoral del DN

En medio del caos y de un calor infernal transcurren las labores que ofrece la Junta Electoral del Distrito Nacional a los ciudadanos que asisten en busca de algún servicio.

Ese es el día a día que viven los residentes en la capital dominicana cuando acuden al centro electoral en procura de algún documento personal.

Eso evidenciaron reporteros de El Nacional que asistieron a la Junta del Distrito, ubicado en el sector de La Feria, a legalizar un documento.

El caos se registra específicamente en el área de cedulación, expedición y legalización de documentos, donde agolpan diariamente 200 y hasta más personas en un área de aproximadamente 100 metros cuadrados.

Combinado con la aglomeración por la aparente falta de personal para tramitar y trabajar con las solicitudes, los ciudadanos tienen que hacer sus trámites apiñados como sardinas y en medio de un incesante y despiadado calor, por la falta de aire acondicionado en dicho salón.

A esta situación tampoco escapa parte del mismo personal que labora en el citado departamento de la Junta Distrital, ya que se pudo constatar que solo los que laboran en el área de expedición y legalización de actas lo hacen bajo aire acondicionado.

Un proceso que con anterioridad le tomaba a un ciudadano entre 15 y 30 minutos, ahora le lleva un largo tiempo que puede durar entre dos y hasta tres horas.

Con el agravante que deben esperar en un pequeño salón colmado de gente, con poca o ninguna ventilación y apenas dos abanicos para disipar un calor intenso que mantiene malhumorados a quienes acuden a la Junta del Distrito Nacional.

 

Crispación
Con todo y eso, el personal apostado en el departamento exige a los visitantes que no se aglomeren en los alrededores de los abanicos, “para que pueda haber una mejor ventilación”.

Reporteros de El Nacional fueron testigos cuando un agente de seguridad no identificado y vestido de civil, se dirigió a varias personas para pedirles que se alejaran de los abanicos.

Eso provocó la repulsa de algunos, especialmente de un joven que estaba recostado de la pared y que de modo alguno impedía que los abanicos pudieran girar.

Ante la reacción del ciudadano, en lugar de maltratar al contribuyente que paga por un servicio de por sí deficiente, la Junta no ofrece un mejor trato al ciudadano.